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El pulso de la calle planea sobre las elecciones presidenciales en Chile

El pulso de la calle y las demandas ciudadanas planean sobre las elecciones presidenciales chilenas del domingo, aunque los movimientos sociales que desde 2011 han planteado batalla, sobre todo el estudiantil, lejos de apaciguarse están dando un respiro a autoridades y candidatos.

El escenario electoral de cara a los comicios presidenciales y legislativos del domingo en Chile, centrado en la necesidad de un cambio de la Constitución, una refor- ma educativa y el fin de las desigualdades, lleva el sello de los movimientos sociales que tomaron las calles en 2011 y desde allí han impuesto una agenda política que busca la transformación de la sociedad.

Para algunos, esos movimientos sociales que parecen haber decretado una tregua con motivo de estas elecciones han sido los que, en parte, han hecho fracasar al Gobierno derechista de Sebastián Piñera y su proyecto político, opuesto a las demandas de la calle. Por eso, esas reivindicaciones han sido recogidas, también en parte, en el programa de Gobierno que Michelle Bachelet ha prometido aplicar si regresa a La Moneda, lo que, según las encuestas, es seguro.

Así, la expresidenta se comprometió a emprender una reforma que asegure una educación de calidad, gratuita, sin lucro e integradora, lo que, con matices, resume una de las banderas del movimiento estudiantil, muy activo desde 2011 y un auténtico dolor de cabeza para el Ejecutivo. También propone una reforma tributaria para financiar la educación y otros programas sociales, una nueva Constitución, que ponga fin a la heredada de la dictadura, y beneficios laborales reclamados por gremios obreros. Todo ello, atendiendo a las demandas de los movimientos sociales.

Sin embargo, el problema será su aplicación a la vista del amplio espectro ideológico reunido bajo el paraguas de Nueva Mayoría y a que las previsiones auguran que el ciclo venidero estará marcado por una menor crecimiento económico. Y el incumplimiento de esas promesas darán un nuevo impulso a las protestas estudiantiles y de los empleados públicos, que se prevé se radicalicen a partir del 11 marzo de 2014, cuando asuma, si los pronósticos se cumplen, Bachelet, porque pese a haber logrado sumar a sus filas al Partido Comunista (PC), este no ha renunciado a la movilización social.

Una de las aportaciones del PC ha sido la candidatura al Congreso de la que fuera líder estudiantil Camila Vallejo, quien puede convertirse en un problema para Bachelet si el pulso en la calle se mantiene. Para explicar la alianza del PC con la antigua Concertación, Vallejo explicó hace unos meses que Bachelet es la única que puede desplazar a la derecha del Gobierno y permitir la convergencia de amplios sectores sociales y políticos. Eso sí, incidió en que el nuevo Gobierno deberá incorporar a los movimientos sociales en la toma de decisiones en las cuestiones más relevantes.