Ingo NIEBEL

La ejecutiva del SPD maniobra para que sus bases respalden la coalición con Merkel

La cúpula del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) ha escenificado ante sus bases, reunidas en Leipzig, cierta bronca con su eventual futuro socio para asegurarse el respaldo de su militancia y la reeleción de su actual presidente, Sigmar Gabriel.

Los delegados socialdemócratas reeligieron ayer a su presidente, Sigmar Gabriel, con el 83% de los votos, ocho puntos menos que hace dos años. El jefe de la segunda fuerza política a nivel nacional optó por un resultado «fuerte» para poder seguir llevando a su formación hacia el bipartito con la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de la canciller Angela Merkel.

Seis semanas después de las elecciones generales, Alemania sigue sin tener un Gobierno formalmente constituido. Las negociaciones entre la CDU; su hermana bávara, la Unión Social Cristiana (CSU), y el SPD se han estancado. Tal vez por razones tácticas, la ejecutiva socialdemócrata no ha querido hacer firmar antes del congreso de Leipzig los compromisos que suelen ser inevitables en este tipo de negociaciones.

Eso explica, quizás, por qué después de días llenos de armonía, a principios de esta semana el SPD ha escenificado cierta disputa con su futuro socio de Gobierno. Primero, una de sus vicepresidentas amenaza con romper las negociaciones después de que en su grupo de trabajo se calentaran los ánimos discutiendo con la CDU sobre la igualdad legal de los matrimonios heterosexuales y homosexuales. Poco después la cúpula socialdemócrata hizo saber que pedirá a su congreso permiso para entablar conversaciones con el partido Die Linke (La Izquierda) con el fin de sondear el terreno respecto a una futura colaboración a nivel nacional.

Más que un gesto feo hacia la CDU es un intento del SPD de evitar que su competencia de izquierda vuelva a sacar algún provecho político de la denominada «Gran coalición», ya que la última redujo a la socialdemocracia a mínimos históricos. El 25% obtenido en las recientes elecciones generales sitúa al SPD tan lejos de la Cancillería que tiene que buscar futuros aliados para los próximos comicios.

La oferta de Gabriel rompe con la política de rechazo con la que ha respondido su formación a cada oferta del Linke. En estos momentos, el SPD necesitaría los votos de La Izquierda, segunda fuerza política en el territorio de la desaparecida República Democrática Alemana (RDA), para gobernar junto con los Verdes en el estado federal de Hesse. El paso dado por Gabriel es también un guiño hacia el ala izquierdista de su partido para que apoye la coalición con la CDU.

Quedan pocos hierros calientes, pero aún son suficientes para que unas bases muy descontentas con el bipartito puedan decir «no» cuando tengan que decidir sobre el acuerdo definitivo de Gobierno. Hasta ahora, el SPD y CDU no se han puesto de acuerdo sobre los temas realmente importantes como la subida de la luz por el cambio energético y los alquileres al alza en las grandes ciudades. A ello se añade el debate sobre el salario mínimo a nivel nacional, las pensiones, los impuestos, el peaje (todavía) gratis en las autopistas, la doble ciudadanía y la educación.

Wulff se defiende de la acusación de cohecho

El expresidente de la República Federal de Alemania Christian Wulff se defiende desde ayer ante la Justicia de la acusación de cohecho por haber aceptado en 2008 la invitación de su amigo y productor de cine David Groenewold que se gastó 750 euros en agasajarle. En este insólito juicio, la Fiscalía quiere probar que a cambio de esta invitación a la Oktoberfest (Fiesta de la Cerveza) en Munich, Wulff intervino ante la empresa Siemens para que patrocinara una película de Groenewold.

Cuando el diario sensacionalista «Bild» quiso informar sobre viajes gratis y un préstamo, con los que conocidos personajes acomodados le obsequiaron en su época de ministro presidente de Baja Sajonia, Wulff dejó un airado mensaje en el buzón de voz del director de dicho medio. Su gestión del asunto le obligó a dimitir en 2012 y aquello contribuyó también a su separación matrimonial.

Al comienzo del juicio, Wulff declaró que luchará por su honor. Ahora los medios debaten sobre si ha sido víctima de una campaña mediática. I.N.