Mikel INSAUSTI
CRíTICA: «El último exorcismo: Parte 2»

Posesión diabólica en el Mardi Gras de Nueva Orleans

Las continuaciones siempre están aseguradas en el cine de terror de bajo presupuesto, porque éstas películas ingresan en taquilla más dinero del que cuestan. Con ese margen juega también Eli Roth en su faceta de productor, así que había que rentabilizar el relativo éxito inicial de «The Last Exorcism», realizada por Daniel Stamm en el 2010, y que en el Festival de Sitges hasta se llevó el Premio de Mejor Actor para Patrick Fabian en el papel del reverendo y charlatán Cotton Marcus. Un personaje que ya no aparece en la secuela, la cual deja atrás igualmente el estilo documental del original, que seguía la tendencia del found footage o videos encontrados.

Aquellas supuestas grabaciones sólo se retoman en la obligada introducción, montada a modo de rápido resumen de los acontecimientos previos. Luego serán encontradas en Internet por las compañeras de albergue de la protagonista, descubriendo el oscuro pasado de Nell. Ésta ha ido a parar a un hogar para jóvenes problemáticas que buscan su reinserción social, aunque la chica poseída al lado de las otras internas muestra síntomas más que sobrados para ser ingresada en un centro psiquiátrico.

La actriz Ashley Bell prosigue con su particular festival de caras desquiciadas, en consonancia con el contorsionismo físico que se apodera de su cuerpo cada vez que tiene que retorcerse. Al principio se halla en un estado amnésico, sin recordar la vida que llevó en la Louisiana rural. No tardará en adaptarse a la urbana Nueva Orleans, donde la magia negra y el vudú están presentes incluso en el carnaval callejero del Mardi Gras. La música heavy del grupo Flash Lightnin también ayuda, sumada a los efectos de sonido utilizados como único y reiterativo recurso para provocar los sustos que han de acompañar a la presencia maligna del demonio llamado Abalam. Hay otras canciones que lo invocan, y una de ellas es el viejo blues «Some Cold and Rainy Day» que el mítico Curly Weaver grabó en 1934, y del que aquí hacen una actualizada versión los Mudcat.