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Tras la «pelea» con EEUU, Egipto flirtea con Rusia

La visita por primera vez desde 1971 de un ministro de Defensa ruso a Egipto, al que fuera viejo aliado en los tiempos de la URSS bajo la presidencia de Gamal Abdel Nasser, es un hecho que no ha pasado desapercibido en la escena internacional. Aunque camuflado en el lenguaje diplomático de «estrechar las relaciones», los rumores hablan de un contrato de armas multimillonario que demostraría que Egipto tiene alternativas a la dependencia militar de EEUU y que busca nuevas aperturas y nuevos equilibrios. A nadie se le escapa el hecho de que las relaciones de EEUU y Egipto no atraviesan su mejor momento: no apoyaron la revolución que derrocó a Mubarak, cooperaron con Morsi y la Hermandad Musulmana, cortaron las ayudas militares tras el golpe militar y la reciente visita de Kerry no ha calmado los ánimos.

Demostrando astucia e inteligencia, Rusia se presenta ante Egipto como una alternativa fiable. Además de asegurarse un Egipto que no alenta la guerra en Siria -de hecho, acaba de permitir la reapertura de la embajada siria en El Cairo-, se acerca al gigante árabe dispuesto a armarlo y a inyectar fondos en su economía. Quizá sea pronto para hablar de un cambio de socio para Egipto, pero tanto en el dossier sirio como en el militar y financiero, es evidente su acercamiento a las posiciones de una Rusia que vuelve a ser relevante y determinante en el mundo.