Mikel INSAUSTI
CRíTICA: «La cabaña en el bosque»

Sangre joven para dioses antiguos

El culto a «The Cabin in the Woods» se ha extendido como un reguero de pólvora, por lo que tiene de conjunción entre dos talentos de la escritura para el cine fantástico como Joss Whedon y Drew Goddard. La pareja ha desafiado todos los límites establecidos dentro de la industria del entretenimiento, proponiendo una reflexión metagenérica que toma a modo de base la parodia del terror juvenil y la ciencia-ficción sobre el control mediático.

Aunque la pareja de autores no engaña al público en ningún momento, y mucho menos al tipo de espectador iniciado en el fantaterror, sí que puede llegar a apabullar a cualquier audiencia con su excesivo caudal referencial. El hecho de que muestre sus cartas desde el primer momento no obsta para que, al final, se opte por el caos cinéfilo y literario de grandes dimensiones, gracias a un presupuesto de treinta millones de dólares que da para el consiguiente despliegue efectista con ríos de sangre y demás.

El nivel paródico avanza por los derroteros de la saga de Wes Craven «Scream», forzada a asustar y hacer reir a la vez hasta el infinito. Y en su estética gore homenajea sin disimulos a Sam Raimi y su nunca superada creación «Posesión infernal. En paralelo se desarrolla la alegoría futurista al estilo de «El show de Truman», estableciendo una relación entre violencia juvenil y el estado de la vigilancia como en la película japonesa «Battle Royal».

La originalidad de «The Cabin in the Woods», frente a tanto modelo tomado en préstamo, reside en su enloquecida conclusión postrera, muy bien explicada por Sigourney Weaver en su breve pero intensa aparición, cual oráculo al servicio de la imaginación calenturienta de H.P. Lovecraft. Resulta que la sangre joven derramada a chorros ha de servir de sacrirficio u ofrenda a los dioses antiguos. Es una manera de buscar trascendencia a lo que no la tiene, o de crear controversia a partir de un material de derribo reutilizado en función de un fin superior, ficcionalmente hablando.