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SABIN EGILIOR
CINEASTA

«`Camaradas' habla de idealistas que combaten un mundo que va por otro lado»

Licenciado en Ciencias de la Información, Sabin Egilior (Bilbo, 1968) se dedica a la realización de documentales con la memoria histórica del siglo XX como temática principal, en trabajos como «Tras un largo silencio», que vio la luz en 2007, o «El largo viaje», realizada en 2009. «Camaradas» es su última película, que estrena hoy en Zinebi.

Con guion y dirección de Sabin Egilior, «Camaradas», producido por Basque Films, narra la historia de bravos combatientes que lucharon contra el fascismo y que «soñaban con un futuro mejor en un mundo diseñado por otros», por medio del testimonio directo de uno de ellos, el catalán Sebastiá Piera.

El filme se proyecta hoy a las 19.30 en el Museo Guggenheim, dentro del ciclo Bertoko Begiradak de Zinebi.

Camaradas, ¿quiénes son?

Se refiere a un grupo de comunistas que, después de combatir en la Guerra del 36, son exiliados a campos de refugiados primero y, tras la ocupación, a campos de concentración después. Se incorporan a la Resistencia y luchan contra el fascismo. Cuando acaba la Segunda Guerra Mundial son héroes para la población francesa.

Toda una vida combatiendo...

Son gente con mucha bravura sobre el terreno que, tras acabar con Hitler, piensan que hay que acabar con Franco, el último bastión del fascismo en Europa. Y lo intentan en la operación Reconquista, entrando por el Valle de Arán. Su idea es provocar una rebelión y generar un conflicto para que las Fuerzas Aliadas, para las que han luchado, se pongan de su lado.

Pero los dejan tirados.

Una vez más. Pero su objetivo sigue en pie; siguen organizándose y entrenando clandestinamente. Quieren implantar la democracia y la república que se han cargado los franquistas. Son idealistas que combaten en un mundo donde los intereses van ya por otro lado. Quedan relegados por un diseño del mundo que tiene más que ver con criterios de poder y de economía.

¿Se refiere a la Guerra Fría?

Sí, EEUU es ya poderosa y diseña la política de Europa que, bajo mínimos tras la Segunda Guerra Mundial, se pone a sus pies. España les parece atractiva como país estratégico y quieren lavar la cara de Franco, para lo que este grupo de combatientes resulta incómodo. Por lo tanto empujan a Francia a silenciarlos, y estos últimos, tras una campaña de desprestigio, logra que pasen de ser héroes para la población a ser terroristas peligrosos. Expulsan a 400 con una orden ministerial, con destino a países del Este, Argelia y Córcega.

Y es en Córcega donde dan con Sebastiá Piera.

Es un catalán nacido en 1917, el eje centra de la historia, la de la segunda mitad del Siglo XX, que contamos a través de su testimonio. Mientras los historiadores necesitan el documento objetivo en vez de basarse en testimonios, los documentalistas de audiovisual necesitamos testimonios, siendo el documento la base que soporte, que de rigor a dicho testimonio.

Un testimonio que sirve como hilo conductor de la historia.

Aquí el problema es que el busto parlante no es la mejor opción para el audiovisual, para que el hilo narrativo pueda estar ilustrado y resultar atractivo, con ritmo fluido, para un público más genérico.

Date cuenta de que hablamos de un documental histórico; que puede generar ya cierto rechazo. Por lo que, además, de mucha investigación y documentación de archivo, hemos llenado pequeños huecos de la historia con recreaciones. Lógicamente, no hay documentación gráfica de Piera cuando entra a Catalunya clandestinamente, ni de cuando es detenido y torturado; lo hemos ficcionado.

A través del testimonio principal han dado con interesantes personajes olvidados.

Como documentalista de memoria histórica, a medida que investigas algo concreto te aparecen otras historias interesantes para proseguir el hilo de la investigación. En este caso, el metraje gira en torno a Piera, pero en su recorrido aparecen otros personajes a los que damos voz, como a Malagón, quien se encargaba de falsificar la documentación.

De igual manera, dimos también con un bilbaíno interesantísimo, el General Luis, que combatió en la Resistencia y que al que le otorgaron la Legión de Honor, llegando a ser mencionado por De Gaulle y que hoy está olvidado; ni siquiera fue recordado cuando a Azkuna le fue concedida la misma condecoración. Hemos encontrado documentación inédita sobre él, de su archivo familiar, y lo cierto es que se merece un reconocimiento.

¿Es habitual para un documentalista de memoria histórica lograr un testimonio directo?

Lo jodido de este trabajo que indaga en el pasado es que haces amigos que vas perdiendo en el camino -en este trabajo han muerto seis durante la producción-.

Pero más allá del ámbito del audiovisual, yo le doy importancia al material que, aunque no aparezca en el montaje final -entrevistas extensas comprimidas para el montaje-, guarda una pequeña historia de vida.

Hablamos continuamente de memoria histórica pero, ¿cómo definiría el término?

La memoria histórica es todo el pasado que traemos al presente, no solo en lo referente a la Guerra del 36. En mi caso, toda mi trayectoria ha estado enfocada a esta temática y me doy cuenta que, a medida que realizo documentales, voy avanzando en el siglo XX.

Mi pretensión es seguir haciéndolo y en ese sentido, ¡fíjate si no hay trabajo que realizar aquí con todo el conflicto que hemos sufrido!