Chile celebra hoy unas elecciones presidenciales y legislativas marcadas por hechos inéditos como una nutrida lista de candidatos que buscan ponerse la banda presidencial, un anquilosado sistema binominal para escoger parlamentarios y la sostenida imposibilidad de votar desde el extranjero. Además, la aplicación del voto voluntario, por primera vez en un proceso presidencial y parlamentario, ha dificultado los pronósticos.

Una curiosa mezcla que, con sus contradictorios componentes, refleja lo que Chile es hoy: un país que crece con cada vez mayor desigualdad y en el que amplios sectores sociales han comenzado a reclamar en las calles los beneficios de la bonanza, más democracia y un rol activo del Estado, según revelan diversas encuestas.

En este contexto, los chilenos decidirán en las urnas si prolongar el breve Gobierno de la derecha con la Alianza, abanderada por la exministra de Trabajo e hija de un integrante de la Junta Militar de Augusto Pinochet, Evelyn Matthei, o la vuelta de una renovada Concertación, liderada por la expresidenta Michelle Bachelet, que, según todas las encuestas, conseguirá su pase a La Moneda en primera vuelta.

Cada uno a su estilo, los nueve candidatos presidenciales han tratado de captar las preferencia de los 13,5 millones de potenciales votantes, aunque es Bachelet, líder del bloque de centroizquierda, al que por primera vez se ha incorporado el Partido Comunista, es quien lleva la delantera, según todos los sondeos. Le sigue, a bastante distancia, la abanderada de la derecha gobernante Matthei, quien ha desarrollado una breve pero agresiva campaña, que amenaza con desembocar en uno de los peores resultados para su sector desde el retorno a la democracia, en 1990.

La victoria de Bachelet parece tan clara que incluso el presidente, Sebastián Piñera, ha depositado sus esperanzas en que Matthei logre forzar una segunda vuelta.

En estas elecciones ha irrumpido también una iniciativa ciudadana, «Marca tu voto», que demanda la realización de una Asamblea Constituyente y para ello pide a los chilenos que expresen su deseo en ese sentido escribiendo «AC» en un extremo de la papeleta de voto presidencial.

La iniciativa pretende que los chilenos se doten de una nueva Constitución «lo más democrática, participativa y pluralista posible», en vista que la actual Carta Magna fue promulgada en 1980 en plena dictadura, y «aunque los candidatos no coinciden en el mecanismo para reformarla, la mayoría están de acuerdo en que esta Constitución no da para más», declaró a Telesur el coordinador de la campaña, Pablo Contreras.