Karim TALBI

África y Oriente Medio convierten en el nuevo «halcón» de Occidente a París

Su papel en primera línea durante la operación militar extranjera contra la Libia de Muamar Gadafi y en la ofensiva en el norte de Mali, su postura favorable a la intervención en Siria y su intransigencia respecto al programa nuclear de Irán han convertido al Estado francés, que durante mucho tiempo criticó el rol de gendarme mundial desempeñado por EEUU, en el país occidental más intervencionista.

El Estado francés, paradójicamente, adopta una posición «guerrera» inhabitual en el escenario internacional en el momento en que parece declinar entre dificultades con su presupuesto militar, pérdida de influencia económica y aparición de nuevos actores, como Qatar, India o Brasil.

«Francia ha demostrado que en los últimos años se ha convertido en el mayor `halcón' de los países occidentales en la región de Oriente Medio», señala a AFP Hussein Ibish, analista en Washington del grupo de reflexión American Task force on Palestine.

Ibish recuerda que París «impulsó la intervención en Libia» en marzo de 2011, intervino en Mali a principios de 2013 y en agosto era «el país más entusiasta con la idea de bombardear las plantas de armas químicas en Siria».

Y con respecto a Irán, «rechazó aceptar lo que no vaciló en llamar un `juego de engaños'» el pasado fin de semana en Ginebra, durante las negociaciones sobre el programa nuclear iraní. El Estado francés puso entonces todo su empeño en convencer a europeos y estadounidenses sobre la necesidad de pedir más concesiones a Teherán.

«Se aplauda o se lamente, Francia no desempeña ya el mismo papel que ayer en el escenario internacional», resumía la semana pasada el editorialista Bernard Guetta en el diario «Libération».

Bajo las presidencias de Nicolas Sarkozy y de François Hollande, el Estado francés se ha convertido en el «miembro de la OTAN más vinculado a la defensa de la seguridad, los principios y los intereses de Occidente», señaló.

Durante casi 50 años, la política exterior francesa siguió la doctrina establecida por el general Charles de Gaulle. Su «cierta idea de Francia» colocaba al país a buena distancia de los gigantes soviético y estadounidense.

Ese no alineamiento perduró bajo la Presidencia del François Mitterrand y culminó en 2003 cuando Jacques Chirac dijo «no» a la invasión de Irak.

«¡Viva Francia!»

Hace diez años, los republicanos de EEUU pidieron por ello el boicot al Estado francés, tachando a los franceses de «cobardes monos comedores de queso». París, entonces de acuerdo con Rusia, denunciaba el papel de «gendarme del mundo» de Washington. Hoy, el influyente senador estadounidense John McCain escribió en Twitter «¡Viva Francia!» tras la reunión de Ginebra.

La similar gestión ofensiva de Sarkozy y de Hollande se ha acompañado de una renovación generacional en el Ministerio de Exteriores, en el Ejército y en los servicios secretos galos. La nueva generación creció en el mundo posterior a los atentados del 11S, y se formó en un contexto de «lucha antiterrorista», en particular en Afganistán y en el Sahel.

El Estado francés aprovechó también en parte el «vacío» relativo dejado por EEUU en Oriente Medio. Tras un decenio de guerras lanzadas por George W. Bush en Afganistán y en Irak, su sucesor, Barack Obama, organizó la retirada de sus tropas impulsando una política de repliegue.

«Los países como Francia conocen muy bien el equilibrio de poderes en Oriente Medio y quieren proteger sus intereses», estima Alireza Nader, experto del centro de reflexión RAND. «No se trata sólo del programa nuclear (iraní), sino también de cálculos de poder y de equilibrio. Francia protege la seguridad de Israel, pero tiene también vínculos estrechos con Arabia Saudí y los países del Golfo», explica.

En agosto, Siria devolvió a los franceses a la realidad. París pensaba haber convencido a Washington de bombardear las instalaciones militares sirias, pero la reculada de última hora de Obama dejó a Hollande solo, obligándole plegar banderas.

El analista árabe Mustafa al-Ani, del Gulf Research Centrem, constata: «Francia no tiene los medios de su política», porque su diplomacia «sigue siendo dependiente de la política de EEUU».

El director del Instituto político Issam Fares, Ramy Jory, matiza esa opinión. «Francia no podrá desempeñar nunca un papel tan importante como EEUU en Oriente Medio, pero puede, sin duda, desempeñar un papel dinámico, eficaz y constructivo», sostiene.

Hollande se enroca en su postura frente a Irán a su llegada a Israel

El presidente francés, François Hollande, afirmó ayer a su llegada a Tel Aviv que el programa nuclear de Irán supone «una amenaza para Israel, y está claro que también para la región y para el mundo entero».

«Francia no cederá, ni se comprometerá en la cuestión de la propagación de armas nucleares, y mientras no estemos convencidos de que Irán ha cedido en sus aspiraciones a tener el arma nuclear mantendremos nuestra postura», agregó en la que es su primera visita a Israel y a los territorios ocupados palestinos como jefe del Estado.

Hollande fue recibido en la pista del aeropuerto Ben Gurion por el presidente israelí, Shimon Peres, y por el primer ministro, Benjamin Netanyahu, ante quienes subrayó que la ido «a enfatizar el apoyo incondicional de Francia a Israel».

Peres consideró la visita de Hollande «un momento importante en las históricas relaciones entre Israel y Francia y entre franceses y el pueblo judío» y agradeció «la postura cálida hacia Israel y en contra del antisemitismo» expresada por el dirigente francés. Expresó, además, su «admiración» por la «determinación» de Hollande para impedir que Irán siga adelante con su programa nuclear.

Netanyahu, que tildó de «verdadero amigo» al Estado francés, también agradeció la «fuerte posición» mostrada por París «frente a Siria y respecto a las sanciones de Irán». GARA