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ANÁLISIS | Políticas anticrisis

El BCE se equivoca

Los autores del análisis consideran que la decisión de bajar el tipo de interés responde a una perseptiva a corto plazo y recuerdan que los tipos excesivamente bajos fueron una de las causas del estallido de la crisis financiera. Si una reducción de tipos ayuda a impulsar actividad económica, también implica costes como las burbujas especulativas y el sobreendeudamiento.

De forma inesperada, el Banco Central Europeo (BCE) ha decidido reducir el tipo de interés de referencia al 0,25%, situándolo en un mínimo histórico. La decisión es significativa desde distintos puntos de vista.

Las explicaciones básicas de esta decisión son diversas. Se ha aludido al riesgo de deflación de la eurozona, a la necesidad de evitar una sobrevaloración del euro frente al dólar o al yen imitando las políticas expansivas de los bancos centrales de Japón y Estados Unidos. Y, finalmente, a los problemas de liquidez que se advierten en el sector financiero y que amenazan con un nuevo estallido.

Como venimos repitiendo en relación con las sucesivas actuaciones del BCE durante los últimos años, esta reducción de tipos se adecúa perfectamente al objetivo de hacer frente a estos retos desde una perspectiva de corto plazo y, a la vez, supone un nuevo dramático error por su inadecuación frente a los problemas de medio y largo plazo y frente a los retos estructurales de la economía europea.

Si contemplamos la evolución de los tipos de referencia del BCE desde la implantación del euro, podremos recordar que los tipos de interés excesivamente bajos fueron una de las causas casi unánimemente aceptadas como origen de la crisis financiera. También sabemos que, a su vez, el intento de normalización de estos tipos en 2006-2007 fue una de las causas no de la crisis sino del estallido de la misma en 2007-2008.

A partir de este momento, los tipos de interés de la eurozona se han mantenido en niveles mínimos. Esta última reducción, como hemos dicho, supone alcanzar un mínimo histórico para el BCE.

Lo cierto es que, en nuestro entorno, todo son alabanzas para estas políticas expansivas del BCE. Las defiende, lógicamente, el sistema bancario, principal beneficiario de las mismas. Pero también los partidos políticos autodenominados «progresistas» y, en nuestro caso, la generalidad de la clase política y empresarial. Los argumentos para defender estas políticas expansivas no suelen ser excesivamente sofisticados. Puesto que estamos en recesión o si la actividad económica es débil, se entiende que lo lógico es que se utilicen estrategias monetarias expansivas, que inyecten más recursos financieros en el mercado y se favorezca así el crédito, la demanda y la inversión.

Este tipo de argumentos tan simplistas, sorprendentemente habituales en políticas monetarias o bancarias, no resisten un análisis de fondo basado en la mera lógica. A nadie se le escapa que en economía no existen los milagros. Esto significa que si una reducción de tipos de interés ayuda a impulsar la actividad económica ello debe implicar algún coste. Y este coste no es otro que las burbujas especulativas y el sobreendeudamiento.

Parece mentira que a estas alturas no hayamos aprendido una de las fundamentales lecciones de esta crisis. Si el problema de fondo es precisamente de un sobreendeudamiento provocado por una excesiva expansión monetaria, cualquiera entiende que debería resultar al menos sospechoso que intentemos salir de la crisis incrementando el problema que la ha provocado. Esto no es demagogia, como diría Krugman, por contra, la evidente realidad de que para salir de una crisis de sobreendeudamiento no hay más remedio que reducir el endeudamiento en lugar de incrementarlo.

Si esto se olvida de forma sistemática se debe, en buena parte, a los directos intereses de los grandes bancos en este tipo de política, que les ha permitido generar artificialmente ingresos con los que compensar sus desequilibrios patrimoniales y, como es habitual, a la influencia que estos grandes bancos tienen sobre las políticas del BCE.

Las reducciones artificiales de tipos de interés tienen sentido como instrumento de reactivación de la economía a corto plazo, especialmente en economías no endeudadas. En una economía sobreendeudada como la europea y dentro de una estrategia expansiva que viene prolongándose desde el estallido de la crisis, es un paso más en el agravamiento de los problemas de fondo de la eurozona.