EDITORIALA
EDITORIALA

«Justicia» de excepción, desobediencia ejemplar

Con peticiones de pena delirantes, ayer quedó visto para sentencia en la Audiencia Nacional el juicio contra cuatro conocidos activistas vascos acusados de propinar supuestamente tres tartazos a la presidenta de Nafarroa, Yolanda Barcina, durante una protesta contra el TAV en Toulouse en 2011. La Fiscalía y la acusación mantuvieron sus peticiones de entre 5 y 9 años de prisión para Mikel Alvarez, Gorka Ovejero, Ibon García y Julio Villanueva por unos hechos por los que en el Estado francés ni siquiera se abrió proceso penal y que en cualquier país con una justicia que se guíe por parámetros regulares y racionales no pasaría de ser una falta y, a lo sumo, conllevaría una multa.

Pero hablamos del Estado español, donde la Justicia es arbitraria, caprichosa e inspirada por un propósito de venganza. Donde siempre sigue la misma dirección, impasible a los hechos y a los cambios. Guiada por una excepcionalidad que va más allá de la izquierda abertzale y el conflicto político y que muestra su afán revanchista contra actos de protesta, resistencia y desobediencia civil de carácter social. Una Justicia que no es tal y que ofrece espectáculos como el del Prestige, el de un fiscal que hace de abogado defensor de una infanta presuntamente delincuente o que para actuar espera a que venga la ONU para recordarle que este Estado es, tras Camboya, el país con más fosas comunes del mundo. La ciudadanía asiste atónita a tanto sinsentido, a ver tribunales de excepción juzgando causas menores mientras se ignoran o absuelven las mayores. Si no fuera por las graves consecuencias para los encausados y el gravísimo problema que presenta para todas las personas que luchan por una sociedad más justa, resultaría una representación esperpéntica y, quizá, hasta cómica. Pero de poca broma.

No cabe descartar una sentencia aleccionadora ante futuras acciones desobedientes. A pesar de ello, quienes desobedecen leyes injustas y la imposición de proyectos demenciales como el TAV multiplican sus actos. Su ejemplo merece la admiración más dulce de este país.