Oriol ANDRÉS GALLART

Más de 20 muertos en un atentado yihadista a la embajada iraní en Beirut

Un doble atentado cometido por dos suicidas contra la embajada de Irán en Líbano causó al menos 23 muertos y 146 heridos. El atentado fue reivindicado por las Brigadas de Abdalá Azzamun, un grupo yihadista de base suní afiliado a Al-Qaeda, que vinculó el ataque al apoyo militar de Hizbulah al régimen sirio. Es el primer atentado suicida en la historia del Líbano contra instalaciones no militares, a imagen de aquellos que se cometen a diario en Irak.

«Hubo dos explosiones. La primera fue como un golpe de luz. Al cabo de poco, hubo la segundo, que fue mucho más fuerte. Se rompieron los cristales de las ventanas. Yo me metí debajo de la cama, en mi habitación, por si había más explosiones». Así relata la secuencia de las explosiones Meshillene Rosquillo, de origen filipino y trabajadora doméstica en un apartamento adyacente al lugar del atentado. Hasta tres horas después no se atrevió a bajar a la calle.

Para entonces, el ejército libanés y la milicia chií Hizbulah ya habían tomado el mando de la situación. Jóvenes con brazalete identificativo de la milicia -algunos apenas adolescentes-, visiblemente tensos, habían establecido controles de acceso alrededor del lugar del atentado. También lo hicieron militantes Amal, la otra milicia chií.

La embajada iraní se encuentra en el barrio de Bir Hassan, en el sur de la capital libanesa. Se trata de una zona residencial de lujo donde se encuentran otras embajadas como la de Egipto o China, y donde habitan chiíes pudientes y de clase media. Sin embargo, la zona quedaba fuera del cinturón de seguridad que Hizbulah había establecido alrededor de los barrios populares chiíes vecinos, auténtico bastión de la milicia. Una seguridad especialmente férrea las últimas semanas, con el incremento de la tensión sectaria en el país y con la celebración de la Ashura, la mayor fiesta de los musulmanes chiíes, que tuvo lugar el pasado jueves. La jornada, considerada de máximo riesgo, transcurrió sin incidentes. «El barrio es tranquilo, no teníamos miedo», asegura una vecina, quien sin embargo afirma que hay muchas embajadas en la zona y ya se habían dado intentos de ataques, un extremo no confirmado.

Segundo ataque

Según fuentes de la investigación citadas por medios locales, la primera explosión la provocó un atacante en motocicleta, que se inmoló frente la entrada de la embajada.

Entre uno y dos minutos después, un segundo suicida hizo explotar a unos metros de distancia un coche con una carga mucho mayor, de entre 50 y 60 kilos de explosivos, según las mismas informaciones.

El paisaje posterior era devastador. Las fachadas de los edificios adyacentes a la embajada estaban destrozadas. Coches calcinados y hierros y cristales por todas partes. Las primeras televisiones que llegaron al lugar mostraban imágenes de civiles ayudando a los heridos entre pequeños incendios y humaredas y cadáveres destrozados tendidos en el suelo. Las bombas causaron al menos 23 muertos y 145 heridos, según confirmó el Ministerio de Sanidad.

El atentado de ayer no es solo uno de los peores por número de muertos que han sufrido los barrios chiíes de Beirut desde que empezó la guerra siria sino que se trata del primer atentado suicida en la historia del país contra una instalación no militar.

«Podemos esperar más ataques»

Este tipo de atentados -con su versión más cruel en el doble ataque con minutos de diferencia, como el de ayer, para generar más víctimas entre los auxiliadores- están sembrando el pánico a diario en Irak, ejecutados en su mayoría por extremistas suníes. Hasta ahora Líbano no los había sufrido. «La situación ha cambiado», aseguró el analista Lokman Slim en la cadena de televisión Al Jazeera. «Podemos esperar más ataques de base sectaria de este tipo en el futuro».

La acción fue reivindicada por las Brigadas de Abdalá Azzamun, un grupo yihadista afiliado a Al-Qaeda, a través de la cuenta de twitter de uno de sus portavoces, Sirajeddine Zureiqat. «Se trata de una operación suicida conducida por héroes suníes libaneses», añadía.

El apunte sobre el origen libanés de ambos kamikazes -aún por confirmar oficialmente- pone en evidencia la enorme fractura que ha sufrido el país, contagiado por el conflicto sirio.

Mientras Hizbulah, respaldada principalmente por Irán, da total apoyo a Bashar Al-Assad, la mayoría de grupos opositores yihadistas que combaten en Siria están formados por combatientes suníes, entre ellos libaneses. La tensión entre ambas sectas del Islam en el país del cedro se ha incrementado en los últimos meses, especialmente desde que salió a la luz la participación de milicianos de Hizbulah en la guerra siria junto al régimen.

En lo que va de año, ha habido diversos atentados con coche bomba en el país, así como combates en la ciudad norteña de Trípoli entre suníees y alauitas -una secta heterodoxa del chiismo, a la que pertenece Bashar Al-Assad-. El primer ministro en funciones, Nayib Mikati, condenó el atentado que busca, según aseguró, «desestabilizar el Líbano» y «usar el país para enviar mensajes».

Situación degradada

Líbano, especialmente durante los 15 años que duró la guerra civil, fue el tablero donde dirimir conflictos regionales e incluso internacionales. Si bien el comunicado de las Brigadas de Abdalá Azzamun vinculaba el ataque a la presencia de Hizbulah en Siria, el ataque iba dirigido a su máximo valedor.

Ha contribuido a degradar la situación en Líbano su estructura político-social sectaria, con unos líderes en cada comunidad que han fomentado la división para fortalecer su poder.

Asimismo su crónica situación de colapso político -ahora bloqueada por la incapacidad de sus parlamentarios de formar gobierno, desde la dimisión del primer ministro provisional, Najib Mikati, en marzo-; la grave situación económica; y la llegada de más de un millón de refugiados sirios en dos años y medio de guerra.