Koldo CAMPOS
Escritor
AZKEN PUNTUA

Sobresaltos

Sí, lo sé, soy un ingenuo. Y, peor todavía, a veces me levanto mucho más alelado de lo que acostumbro y espero que la cafetera hierva sin haberla puesto y que el pan se tueste sin electricidad. En cualquier caso, sea por candidez o despiste, no hay como sintonizar alguna emisora o canal de televisión, abrir un periódico o escuchar al vecino para que el día que parecía apacible, de improviso, comience a llenarse de respingos y sobresaltos:

«¡Hemos vuelto!», gritaba enardecido Alfredo Rubalcaba en el cierre del congreso socialista. ¿Y es que se habían ido? ¿Cuándo? ¿A dónde se había ido el Partido Socialista?

«¡Salida limpia!», celebraba feliz De Guindos el acuerdo de los ministros de la Eurozona poniendo fin al rescate de la banca española. ¿Y es que hubo rescate? ¿No había dicho el presidente que eran «préstamos en condiciones ventajosas?» ¿De qué rescate hablan?

«¡Ni buenos ni malos!», se quejaba amargamente Alfonso Alonso, portavoz popular en el Congreso español, en repudio a la decisión del Parlamento navarro de reconocer a las víctimas del franquismo como tales. ¿Cómo? ¿Y no quedamos en que había buenos y malos? ¿No quedamos en que había vencedores y vencidos?

«¡Y además nos divide!», agregaba Alonso en relación a la misma decisión de los representantes navarros. ¿Y es que estábamos unidos? ¿Alguna vez hemos estado unidos? ¿Ellos y nosotros?

Hacía el mediodía me despierto y... no, ni siquiera Rubalcaba ha vuelto, que siempre estuvo ahí. Tampoco hay salida limpia para tanta mierda. Y Alonso y los otros, además de malos, solo ganan las guerras que pierden.