EDITORIALA
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Un compromiso que merece ser reivindicado

En el aniversario de la muerte de Santi Brouard y Josu Muguruza a manos de sicarios de la guerra sucia, sus familiares y amigos reivindicaron su memoria y su legado. Evocaron su enorme calidad humana y su talla política, y pusieron en valor su trabajo por construir una Euskal Herria libre y en paz. La suya fue una trayectoria de lucha, y fue ese compromiso y su determinación por alcanzar una solución democrática al conflicto lo que les hizo caer víctimas de la violencia vengativa del Estado español.

Es obligado insistir en este hecho, recordar que los mataron porque eran militantes cualificados de un movimiento que se erigió en el principal escollo de un modelo de transición que no rompió amarras con el franquismo y que mantuvo bajo tutela una democracia más formal que real. Es necesario en un momento como el actual, de gran transcendencia política, en el que hay sectores que quieren retorcer la verdad y asentar un relato parcial, también sobre el papel desempeñado por cada uno de los actores. La polémica generada por unas declaraciones de Hasier Arraiz sobre la posición de Herri Batasuna, deliberadamente tergiversadas, dan la medida de la importancia que ha cobrado la «batalla de la memoria» y de la falta de escrúpulos de algunos, siempre prestos a desgastar al oponente a cualquier precio. Iñigo Urkullu pide a Sortu autocrítica, pero el PNV no la ha hecho por su relación con quienes organizaron aquellos escruadrones de la muerte.

Seguramente todos los agentes tienen razones para la autocrítica y motivos para reinvindicarse, y la izquierda abertzale tiene la suerte de poder exponer en su haber la labor desempeñada por Santi y Josu. Ayer, sus allegados y su familia política pidieron verdad, justicia y reparación, pero sobre todo miraron al futuro y abogaron por aprovechar esta oportunidad histórica. Si el resto siguiera su ejemplo abandonando esa impostura que lo pervierte todo, este pueblo daría un gran paso en el camino hacia una paz justa y duradera.