Fermin MUNARRIZ
GARA REEDITA «OPERACIÓN OGRO» EN EL 40º ANIVERSARIO

El magnicidio que cambió el curso de la historia

El próximo 20 de diciembre se cumplirán cuarenta años del magnicidio que cambió el curso de la historia reciente del Estado español y de Euskal Herria. Aquel día de 1973, el Comando Txikia de ETA acababa con la vida del presidente del Gobierno español y mano derecha del dictador Francisco Franco, el almirante Luis Carrero Blanco, en un momento en que el régimen diseñaba su perpetuación.

 El magnicidio que cambió el curso de la historia
El magnicidio que cambió el curso de la historia

La vida del general Franco languidecía con más de tres décadas de dictadura a sus espaldas. El régimen era consciente de que un día, más temprano que tarde, llegaría el final del dictador y preparaba los resortes para prolongar más allá de su muerte los Principios Generales del Movimiento.

Las Cortes españolas habían ratificado en 1969 al príncipe Juan Carlos de Borbón como sucesor del dictador en la Jefatura del Estado a título de rey. No obstante, la fidelidad del almirante Carrero al Movimiento y a su caudillo, y su habilidad para contener los equilibrios internos entre las familias políticas del franquismo y la oligarquía económica, le habían conferido con los años el estatus de hombre fuerte del régimen.

Tras una intensa y meteórica carrera militar, Carrero Blanco se había convertido en hombre de confianza del dictador fascista desde el comienzo de su mandato hasta ir desplazando en la escala de gobierno a los más leales consejeros. Respaldó la sucesión monárquica del tirano y promovió una relativa renovación del franquismo desde cargos de alta responsabilidad como ministro (1951-67) y vicepresidente del Ejecutivo (1967-73). La decadencia física de Franco le aupó en junio de 1973 a la Presidencia del Gobierno, lo que le convertía en hombre fuerte del régimen tras la futura muerte del dictador y en la pieza fundamental sobre la que descansaría la continuidad del franquismo sin Franco.

Pero para entonces un comando de ETA seguía ya sus pasos en Madrid. Un dato recibido a finales de 1972 puso a la organización vasca sobre la pista de aquel militar y político clave en la continuidad del régimen: asistía todos los días a misa de 9:00 en una céntrica iglesia.

Tras comprobar la veracidad de la información y los hábitos invariables del almirante, la dirección de ETA decidió planificar el secuestro de Carrero Blanco y dar al Gobierno un plazo de 48 horas para excarcelar a todos los presos políticos, incluidos los que no eran vascos, con penas superiores a 10 años de cárcel, a cambio de su liberación.

Las dificultades para garantizar una operación limpia y con éxito, además del nombramiento como presidente del Gobierno y nuevos datos descubiertos durante el seguimiento, hicieron desistir a la organización armada de sus planes iniciales y sustituirlos por otro: atentar directamente contra el hombre fuerte del régimen en el mismo corazón de la capital española.

«Franquismo puro»

Para ETA, Carrero «simbolizaba mejor que nadie la figura del franquismo puro», según reflexionaban los autores del atentado en la conversación recogida en el libro «Operación Ogro» de la escritora Eva Forest.

El militante identificado ficticiamente como Txabi, ofrecía el siguiente análisis de la organización armada sobre Carrero: «Hombre sin escrúpulos, montó concienzudamente su propio Estado dentro del Estado. (...) Fue convirtiéndose en el elemento clave del sistema y en la pieza fundamental del juego político de la oligarquía. Por otra parte, llegó a ser insustituible por su experiencia y capacidad de maniobra y porque nadie lograba como él mantener el equilibrio interno del franquismo».

«Todo el mundo sabe que la oligarquía española contaba con Carrero para asegurar el paso `sin convulsiones' al franquismo sin Franco -proseguía Txabi-. Ahora bien, Carrero no era lo mismo que Franco y, por ello, la maniobra oligárquica debería buscar un segundo pilar. Es el propio almirante el que selecciona y patrocina la entronización de Juan Carlos, así la cosa parecía perfecta: había que promocionar a Juan Carlos cara a la opinión pública, y Carrero desde la sombra tendría el poder auténtico. Por lo tanto, eliminar a Carrero significa dejar coja la maniobra de desdoblamiento y, sobre todo, privar a la oligarquía del quizá único elemento capaz de asegurar la continuidad del régimen una vez desaparecida la figura del viejo dictador», concluye el análisis de ETA.

Tras el cambio de planes, los cuatro miembros del Comando Txikia, asistidos por más efectivos de la organización, planearon la logística de una acción que ya habían bautizado como «Operación Ogro» por «la pinta de bruto» del almirante.

Alquilaron un semisótano en la calle Claudio Coello de Madrid, por la cual pasaba diariamente el presidente del Gobierno tras asistir a misa matutina. La coartada de falso escultor del inquilino que hacía ruido permitió a los activistas vascos cavar un túnel subterráneo en condiciones extremadamente complicadas hasta el centro de la calzada, donde colocaron tres potentes cargas explosivas.

La visita inminente del secretario de Estado de EEUU, Henry Kissinger, a Madrid, con el consiguiente reforzamiento de la vigilancia, obligó al Comando Txikia a retrasar la fecha de la acción, que se fijó definitivamente para el 20 de diciembre, el mismo día en que comenzaba el juicio del Proceso 1001 contra los dirigentes del sindicato ilegal Comisiones Obreras.

El 20 de diciembre de 1973, poco después de las 9:30 de la mañana, el Dodge Dart oficial del presidente del Gobierno español circulaba por la calle Claudio Coello tras su salida de misa. Los miembros del comando de ETA esperaban apostados en la confluencia de esta calle con Diego de León. Cuando el coche alcanzaba el punto previsto, uno de los activistas detonó la carga explosiva mediante un cable tendido a distancia, a lo que siguió un ruido sordo y una enorme polvareda.

La explosión alcanzó de lleno al vehículo presidencial, que se elevó unos veinte metros de altura, golpeó una cornisa del contiguo convento de jesuitas y cayó en el interior de su patio. El presidente, su conductor y uno de los escoltas murieron. En la calle quedaba un inmenso socavón.

La acción tuvo un importantísimo impacto internacional y unas inmediatas consecuencias políticas. Con la muerte del presidente se derrumbaban también los planes inmediatos de continuidad de la dictadura; el régimen acababa de perder a su principal valedor y se mostraba vulnerable.

Un trepidante relato de la mano de Eva Forest

Solo ocho días después del atentado, ETA convocaba a la prensa internacional en un lugar secreto de Burdeos. Cuatro militantes encapuchados se presentaban ante los periodistas como los autores materiales de la acción y explicaban los pormenores de la misma con detalle. En realidad, podría tratarse de un ardid para despistar a la Policía y proteger a los ejecutores reales, que todavía permanecían escondidos en Madrid, según relatan en el libro «Operación Ogro. Cómo y por qué ejecutamos a Carrero Blanco», que ahora reedita GARA con motivo del 40º aniversario del acontecimiento.

Apenas cuatro meses después de la acción, la escritora Eva Forest tuvo la oportunidad de entrevistar a los autores directos del atentado. A través de una extensa conversación, los cuatro miembros de ETA, identificados bajo los nombres ficticios de Txabi, Jon, Iker y Mikel, desgranan las circunstancias de la operación, sus motivaciones y sus análisis, en lo que el tiempo ha convertido ya en un clásico de la literatura política.

El libro vio la luz ese mismo año 1974, todavía en plena dictadura de Franco, de la mano de las editoriales Ruedo Ibérico (París) y Mugalde (Hendaia) y firmado con el seudónimo Julen Agirre. Por razones obvias, el volumen circuló de manera clandestina, al menos hasta su primera edición legal también en Hego Euskal Herria, en 1979 (editorial Hordago), de la que la actual edición de GARA ha tomado algunos fondos documentales como base para la actualización de la infografía que acompaña al relato.

La edición de «Operación Ogro» publicada por «Punto y Hora» en 1983 con motivo del 10º aniversario desveló la auténtica identidad de la autora de la obra: Eva Forest. Una década más tarde se publicó definitivamente el último capítulo del libro, en el que se relata el refugio del comando en Madrid tras la acción y su huida a Euskal Herria, que había permanecido inédito hasta entonces.

La actual edición de GARA de «Operación Ogro» es la decimoctava de este título, uno de los más reimprimidos de la producción editorial vasca. La presente edición recoge, además del trepidante relato de la acción por boca de sus protagonistas, gráficos sobre la ubicación y el desarrollo de los hechos, la transcripción de las conversaciones policiales por radio tras la explosión y amplia documentación, como los cuatro comunicados de ETA, la carta de rectificación del lehendakari en el exilio Jesús María Leizaola, el análisis elaborado por el propio Comando Txikia o los informes redactados por la Policía política portuguesa. A estos elementos -algunos de ellos comunes a ediciones anteriores-, se suma en este caso un pliego con fotografías de la época y del acontecimiento. La obra ha sido prologada para esta ocasión por el escritor Alfonso Sastre, compañero de la fallecida Eva Forest.

El libro se pondrá a la venta con GARA el próximo fin de semana (sábado 30 y domingo 1) en los puntos habituales, al precio de 14,95 euros. Los suscriptores podrán beneficiarse del precio especial de 11,95 euros; para ello deben hacer su reserva antes de las 15:00 horas del martes 26 en el teléfono 94 424 55 56 o a través de la dirección de e-mail publibilbo@gara.net.

Ficha

Título: «Operación Ogro. Cómo y por qué ejecutamos a Carrero Blanco»

Autora: Eva Forest

Prólogo: Alfonso Sastre

Editorial: Baigorri Argitaletxea

Paginación: 240 páginas

Venta: Sábado 30 de noviembre y domingo 1 de diciembre, con GARA.

Precio: 14,95€ (Precio especial para suscriptores: 11,95¤. Reservar antes de las 15:00 del martes 26 en el teléfono 94.424.55.56 o en publibilbo@gara.net)