Dabid Lazkanoiturburu
ACUERDO ENTRE IRÁN Y EL 5+1 SOBRE EL PROGRAMA ATÓMICO

Un acuerdo realista validado por sus mayores detractores

El acuerdo, sin obviar su carácter transitorio a expensas de un pacto definitivo que se marca un plazo de seis meses de construcción de confianza mutua, supone en primer lugar el reconocimiento implícito por parte de Occidente de que el proceso de nuclearización de Irán es imparable y que enfrentarse tozudamente a él resulta no solo inviable sino contraproducente .

Hacía tiempo que voces significadas de la inteligentsia estadounidense llamaban a asumir que un país con 3.000 años de historia como Irán (la antigua Persia) no podía ser tratado como un menor de edad irresponsable en cuanto a sus decisiones estratégicas. Y que insistir en esta lógica solo serviría para alimentar una sensación, lógica, de agravio y acelerar la convicción del pueblo iraní para lograr el arma nuclear como salvaguarda de sus intereses nacionales.

Eso por parte de las potencias occidentales. Porque, al firmar un acuerdo que limita, sobre el papel, su capacidad nuclear, Irán reconoce, aunque sea a regañadientes, el ascendiente, en forma de draconianas sanciones o de la amenaza de intervención militar abierta, de EEUU sobre sus decisiones estratégicas.

Entronca, en cierta medida y salvando las distancias, con la decisión del Gobierno sirio de poner sus arsenales de armas químicas a disposición de Occidente para su destrucción, un movimiento que desactivó la crisis mundial desatada tras el ataque químico del pasado agosto en el extrarradio de Damasco.

Estamos pues ante movimientos tácticos que buscan, con cesiones, salvar lo esencial. La viabilidad del régimen en el caso de Damasco y el alivio del ahogamiento económico a través de las sanciones por lo que respecta a Teherán, sin olvidar la continuidad, en lo esencial, del programa nuclear.

Finalmente, no hay mejor prueba del algodón para analizar la virtualidad de un acuerdo que comprobar las reacciones. Y en este caso el exabrupto de Israel, que asegura estamos ante un «error histórico» y añade que no se siente obligado por él, y el de las satrapías del Golfo (lideradas por el régimen de los saud) evidencia, negro sobre blanco, la virtualidad, siquiera temporal, de lo logrado.