Xabier Lasa
Coordinador de Aralar en Nafarroa
KOLABORAZIOAK

«Arrimar el hombro», ¿para qué?

Cuando la derecha habla de «salir de la crisis» lo que está diciendo es que el Estado supere la situación de déficit y de deuda en la que ha entrado, pero sin que eso implique una recuperación de las conquistas sociales perdidas

Ciertamente vivimos un tiempo contradictorio. Se nos dice que estamos pasando una mala racha y que todos tenemos que «arrimar el hombro» para superarla, lo que se traduce en aceptar recortes y compartir un peor modo de vida para así poder pagar la deuda, controlar el déficit y salir de la crisis en la que estamos inmersos desde 2008. En realidad, con esa frase hecha se nos trata de convencer de que tenemos que soportar que nuestra educación y nuestra sanidad públicas pierdan calidad, que nuestras políticas sociales hacia los excluidos se desvanezcan, que nuestras condicio- nes laborales se precaricen, que los derechos laborales de los trabajadores y las trabajadoras retrocedan varias décadas y que las pensiones de nuestros mayores sean cada vez más bajas en relación con el nivel de vida. Todo ello para conseguir que la economía foral vuelva a ser la que era, la que dejó de ser por una mala gestión de los responsables del Gobierno de Navarra y quienes les apoyaron en su día

Responsabilidades al margen, eso de que «todos arrimemos el hombro para salir de la crisis» (habría que añadir también «todas») podría tener su sentido si no fuera porque contiene todo un cúmulo de trampas. Conviene diseccionar la expresión.

La primera divergencia tiene que ver con qué se entiende por «salir de la crisis». Podríamos pensar que salir de la crisis supone volver a un estatus social similar al que teníamos hace una década, en el que la mayoría de la población vivía en unas condiciones económicas que podían considerarse aceptables, donde había unas prestaciones públicas buenas y el nivel de paro estaba en unas proporciones relativamente bajas. No profundizamos en la desigualdad social, que era evidente, aunque es cierto que menor que la actual. Bien, pues ese es el primer error. Cuando la derecha habla de «salir de la crisis» lo que está diciendo es que el Estado supere la situación de déficit y de deuda en la que ha entrado, pero sin que eso implique una recuperación de las conquistas sociales perdidas, es decir, sin volver a lo que en un tiempo fue denominado «Estado del bienestar». Lo que les importa es que el Estado español sea económicamente viable e, incluso, competitivo dentro de la Unión Europea y que pueda subsistir en ese entorno sin endeudarse ni presentar números rojos en el balance de cada ejercicio anual.

Para conseguirlo se están tomando estas medidas restrictivas y de recorte que, ojo, no tienen vocación de transitoriedad, sino que están siendo impuestas para establecerse de forma permanente, para aligerar así la «carga» social que impide que el Estado español sea competitivo y esté a los niveles de las grandes potencias capitalistas mundiales. Si alguien cree que una vez superada la crisis -si es que se llega a superar algún día- volveremos a los parámetros de antes, está completamente equivocado.

El segundo engaño tiene que ver con el «todos» que dicen ellos -y el «todas» nuestro-. Hasta ahora lo que hemos visto es que la carga de la crisis se ha trasladado a los trabajadores y las trabajadoras en forma de despidos y reducción de salarios, pensiones, aumento del desempleo, desregularización, privatización y desaparición de políticas públicas. Evidentemente, los afectados por esas medidas no son todos y todas, las grandes empresas no están ahí; los grandes bancos tampoco. Es más... ¿Alguien puede enunciar alguna medida que se les haya impuesto para obligarles a «arrimar el hombro» en la salida de la crisis igual que los demás? Más bien lo que parece es lo contrario. A los bancos se les han «regalado» más de 40.000 millones de euros para superar sus «problemas de liquidez», con lo que la deuda privada se ha transformado en pública y ni siquiera se les impide continuar con el desahucio de miles de deudores hipotecarios sin recursos. Por otro lado, las políticas de privatización consecuencia de los recortes en el sector público están produciendo beneficios en el alto nivel empresarial, el cual se expande a nuevos campos de inversión con las espaldas bien cubiertas. Esas mismas grandes empresas son las que aumentan sus beneficios a costa de las restricciones salariales y la desregularización del despido.

Curiosamente tampoco se les pide nada a la hora de aportar ingresos a las arcas públicas ya que no se les pueden aumentar las cargas fiscales porque ello implicaría huida de capitales, es decir, que se irían a otros lugares donde les cobraran menos impuestos. ¡Vaya forma de arrimar el hombro! En fin, que lo de la expresión «todos» más bien habría que traducirla por la de «algunos miembros del todo», que arrimen el hombro. ¿Quiénes? Los de siempre.

Ante este panorama, los que nos consideramos de izquierda y creemos en la justicia social y el reparto de la riqueza entre toda la ciudadanía, lo primero que podemos hacer es ser conscientes del engaño y no creernos estas razones de medio pelo. Hay que seguir protestando sin bajar la guardia, hay que ser más críticos que nunca con los argumentos tramposos de la derecha y, sobre todo en Navarra, hay que evitar la tentación de desviar la atención hacia conflictos artificiales que se nos presentan como distracción del verdadero problema, el de una crisis salvaje que no quieren afrontar sin renunciar a sus privilegios. Una crisis que de no mediar un cambio político profundo se resolverá aumentando la desigualdad y el abismo social.

En ese sentido, recomiendo el debate sobre política fiscal que se va a celebrar hoy en el Parlamento de Navarra, convencido de que tanto las propuestas como el resultado de las votaciones dejan claro cuál es el camino elegido por cada uno para una verdadera superación de la crisis para todos y todas.