Oihane LARRETXEA DONOSTIA
ZIENTZIA | FÍSICA

Una eyaculación sin espermatozoides abre la puerta de la píldora masculina

Uno de los mayores retos en el campo de los anticonceptivos masculinos es lograr una píldora oral similar a la que consumen las mujeres. Ahora, tras décadas de intentos, la Universidad australiana de Monash ha logrado en ratones una eyaculación sin espermatozoides, al bloquear dos proteínas que controlan su transporte. El foco de los expertos se aleja de intentar interrumpir la producción de espermatozoides para fijarlo sobre sus movimientos.

Los espermatozoides se lo están poniendo difícil a los investigadores, que tratan de hallar un método anticonceptivo masculino de similares características a la píldora femenina, lanzada al mercado hace ya algo más de cincuenta años. Si bien en la actualidad existe una amplia variedad de métodos para prevenir un embarazo, la mayoría de los fármacos preventivos recaen sobre la mujer, como el aro vaginal, la píldora, los parches cutáneos, el dispositivo intrauterino (DIU)... siendo, por el momento, el preservativo y la vasectomía las dos alternativas adaptadas para el hombre.

El primero, uno de los más utilizados, además de evitar la fecundación, impide también enfermedades de transmisión sexual. En cuanto a la vasectomía, el mayor inconveniente es su irreversibilidad, porque la capacidad para producir de nuevo espermatozoides queda afectada casi de manera irremediable, además de la cirugía que se precisa para realizarla.

El motivo por el que fue «sencillo» dar con un método anticonceptivo en forma de píldora para la mujer reside en que ellas nacen con un número determinado de folículos ováricos, entre 400 y 500, que utilizan a lo largo de su vida fértil, que se prolonga durante unos 30-35 años. La píldora, precisamente, frena la maduración y la liberación de estos óvulos -una vez al mes-, no su producción.

En el caso del sexo opuesto, los expertos se enfrentan a una situación muy diversa y compleja. Según explica a GARA Roberto Lertxundi, ginecólogo y miembro de la Sociedad Española de Contracepción (SEC), los hombres producen espermatozoides de manera continuada y a un ritmo muy rápido a lo largo de su vida. Solo en cada eyaculación se expulsan entre 80 y 200 millones de ellos. «Ocurre que, mientras en una mujer se frena la ovulación de forma inmediata, dejando de ser fértil de manera temporal, no existe para ellos un anticonceptivo que logre lo mismo», resume.

Sin afecciones a la salud sexual

Este es el quid de la cuestión y donde investigadores de la Universidad de Monash, en Australia, en colaboración con las universidades de Melbourne y Leicester (Inglaterra) han puesto el punto de mira. Este equipo de científicos ha logrado en ratones una eyaculación sin espermatozoides al alterar el sistema nervioso que regula este mecanismo. Este es el hilo del que poder tirar en adelante.

Como explican en un artículo publicado en la revista «Proceedings of the National Academy of Science», han comprobado que la ausencia de dos proteínas presentes en las células del aparato reproductor masculino logra evitar el transporte de los espermatozoides a través del mismo, sin que ello tenga efectos a largo plazo en la función sexual.

Por el momento, el bloqueo de estas proteínas se ha probado en los pequeños roedores aunque, tal y como reconocían sus investigadores principales, Sabatino Ventura y Carl Wash, este hallazgo podría aplicarse al desarrollo potencial de una píldora anticonceptiva para hombres. Se trataría, eso si, de unos trabajos que se prolongarían durante años.

«Las estrategias anteriores se han centrado en mecanismos hormonales que producen espermatozoides incapaces de fecundar, pero a menudo esto interfiere en la actividad sexual masculina y causa efectos irreversibles a largo plazo», puntualizó Ventura.

Sin embargo, en esta ocasión se ha visto que la interrupción simultánea de estas dos proteínas que controlan el transporte de los espermatozoides durante la eyaculación provoca infertilidad masculina completa «pero sin afectar a la viabilidad a largo plazo de los espermatozoides o la salud sexual de los varones». «El esperma está allí, pero el músculo no recibe el mensaje químico necesario para moverlo», apuntó.

Lertxundi explica que lo que se ha impedido ha sido la eyaculación de espermatozoides, es decir, que el resultado es una eyaculación con semen pero sin presencia de las células masculinas. Este ginecólogo considera que el hallazgo es un paso a tener en cuenta, aunque prefiere mostrarse prudente. «Estamos muy lejos de conseguir la píldora -dice-. Es más, llamarle píldora sería inexacto, porque no sabemos si se podría administrar por vía oral, por vía subcutánea... No obstante, es evidente que el hecho de no insistir tanto en el mecanismo de actuación hormonal, como se hace con las mujeres, es un avance en sí».

Otros ensayos

La línea de trabajo propuesta por estas universidades es «prometedora» y abre una puerta para lograr un método «económico, de fácil uso y sin efectos secundarios» tan perseguido por los expertos, comenta Lertxundi, quien recuerda la larga lista de investigaciones que se han hecho hasta el día de hoy, planteando productos que pudieran alterar la maduración de los espermatozoides, su expulsión o su velocidad.

Los ensayos son innumerables, pero fija la atención sobre el que llevaron a cabo hace unos años las empresas farmacéuticas Organon (Holanda) y Shering (Alemania). Señala que ambas eran muy activas en el campo de la anticoncepción femenina y que, en un ensayo, llegaron a plantear un método semejante a la píldora, pero de aplicación subcutánea, a través de inyecciones. Plantearon un producto capaz de inhibir la producción de espermatozoides, pero lo que no alcanzaron fue un acuerdo comercial.

Precisamente, ahora que los resultados de Monash han vuelto a poner el tema sobre la mesa, Lertxundi cree que hay que tener en cuenta quién podría comercializarla. Y en este punto cita el papel que juegan, por un lado, los laboratorios farmacéuticos, «que buscan obviamente sus beneficios económicos», y, por otro, las agencias internacionales dependientes de la ONU dedicadas al ámbito de la sanidad.

Sabatino Ventura, que calcula que esta nueva píldora podría estar disponible en diez años, se mostró optimista. «Hemos encontrado una diana terapéutica para la anticoncepción masculina. El siguiente paso sería desarrollar un anticonceptivo oral masculino eficaz, seguro y fácilmente reversible». A ello Lertxundi le suma un extremo igual de importante, sino esencial para su éxito final: «Quienes deben estar convencidos son los hombres».