Gloria LATASA
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AZKEN PUNTUA

Día Internacional de las montañas

Esta situación meteorológica, anticiclónica y estable, nos puede a su vez regalar a nosotros cosas como paisajes con vegetación «garrapiñada» de blanco (cencellada) en zonas con niebla y temperaturas muy bajas, arcos iris blancos

No se lo que me pasa hoy (miércoles) pero no acabo de decidir sobre lo que quiero escribir. Se pasean los temas por encima de mi mesa sin que ninguno consiga acaparar mi atención. Va a ser -como diría Serrat- que las musas andarán de vacaciones... Entre tanto, el calendario me cuenta que es 11 de diciembre y que se celebra el Día Internacional de las Montañas. No tengo nada claro si soy partidaria de los días internacionales pero me está pareciendo una excusa estupenda para limpiar el pensamiento con unas hermosas cumbres nevadas.

Unas cumbres a las que estos días, según una previsión para el Pirineo navarro, el tiempo parece querer hacerles un regalo. El potente anticiclón que cubre Europa -dice el parte en cuestión- se extiende por la Península Ibérica y por el norte de África, bloqueando la entrada de sistemas frontales. Así que, en los próximos días continuará la estabilidad atmosférica, con vientos flojos y marcada inversión térmica. Lo que dará lugar a un tiempo más riguroso en las zonas bajas, con heladas moderadas y posibles brumas y bancos de niebla durante la madrugada. Mientras tanto, en las cumbres habrá un menor enfriamiento nocturno y durante el día el ambiente será apacible y soleado.

Esta situación meteorológica, anticiclónica y estable, nos puede a su vez regalar a nosotros cosas como paisajes con vegetación «garrapiñada» de blanco (cencellada) en zonas con niebla y temperaturas muy bajas, arcos iris blancos al sobrepasar los mares de nubes (arcos de niebla), valles con su silueta «dibujada» por las nubes (mares de nubes), o nuestra propia sombra proyectada sobre las nubes o sobre la niebla (espectro de Brocken).

Regalos que vienen «fabricados» por una estabilidad atmosférica que favorece la concentración del frío en las zonas más bajas (inversiones térmicas). Algo que ocurre porque el suelo se enfría por las noches, gracias a los cielos despejados (irradiación), y enfría al aire que tiene en contacto. Y porque a ese aire enfriado in situ se le suma aire (enfriado de la misma manera por las laderas) que se desliza montaña abajo.