Enrique MÉNDEZ «LA JORNADA»

El eterno PRI y la derechista PAN dan luz verde a la privatización del petróleo

La Cámara de Diputados de México aprobó el miércoles la reforma energética -considerada la más importante del paquete de reformas estructurales impulsadas por el presidente Enrique Peña Nieto- que abre las puertas al capital privado para la explotación de hidrocarburos. La sesión tuvo que celebrarse en un auditorio alternativo al salón de plenos porque una veintena de diputados de izquierda bloquearon los accesos al grito de «el petróleo no se vende».

La bien aceitada maquinaria de los partidos Revolucionario Institucional (PRI), Acción Nacional (PAN), Verde Ecologista de México (PVEM) y Nueva Alianza en la Cámara de Diputados consumó la aprobación, en lo general, de la reforma a la Constitución que permitirá a las trasnacionales hacerse con contratos de riesgo, concesiones y licencias para extraer y llevarse el petróleo, decisión que fue definida por PRD, PT y Movimiento Ciudadano como «el más grande atraco de la historia nacional».

Sin discusión -se optó únicamente por el desahogo de los legisladores en contra-, el pleno avaló una reforma definida por el PAN como «una victoria cultural» sobre el presidente, Enrique Peña Nieto, y el PRI en el poder, una vez que el PVEM dijo en la tribuna del auditorio E de la Cámara de Diputados -habilitado como recinto alternativo- que el mandatario «cedió» con tal de tener el respaldo panista.

La reforma fue aprobada por 354 votos a favor y 134 votos en contra tras una acalorada sesión de casi cuatro horas. Al finalizar, entre empujones de los legisladores, la diputada Karen Quiroga (PRD) dio un puñetazo en la cara a su colega Landy Berzunza Novelo (PRI), quien tuvo que ser atendida en la enfermería.

El coordinador del PRI, Manlio Fabio Beltrones, denunció la incapacidad e insuficiencia de los coordinadores de PRD, PT y Movimiento Ciudadano, Silvano Aureoles, Alberto Anaya y Ricardo Monreal, para controlar a los diputados que clausuraron el salón de plenos con cadenas y candados al grito de «el petróleo no se vende» y «traidores a la patria», por lo que la sesión tuvo que celebrarse en un auditorio alternativo.

Ricardo Monreal Ávila, coordinador de Movimiento Ciudadano, afirmó que quienes avalaron «el despojo a la nación» serán recordados como «traidores», los panistas Juan Bueno Torio -exdirector de Pemex Refinación- y Rubén Camarillo replicaron que los traidores son «quienes quieren detener el progreso».

Mientras el salón de plenos se mantenía clausurado, en el recinto alterno los perredistas de Nueva Izquierda (NI) acapararon el uso de la tribuna. Pero, la batería de NI se presentó con tan poca fortuna que, en medio de la hilaridad del pleno, Javier Salinas gritó: «¡Viva la derecha!», y Luis Espinosa Cházaro confundió a Sami David, director del centro de estudios parlamentarios, con un diputado del PRI.

Panistas y priístas defendieron las modificaciones a los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución, que darán al capital privado plena intervención para explorar y explotar el petróleo en todas sus etapas.Para la diputada Francisca Corrales (PRI), «de nada sirve la soberanía enterrada en el fondo del mar».

Decididos a que la aplanadora reinara en el salón, priístas y pevemistas se hicieron fuertes en los pasillos, con el respaldo de policías vestidos de civil, para evitar una nueva toma de la tribuna. La mayoría de diputados pasó el tiempo en sus teléfonos o riéndose de los oradores. Felipe El Tibio Muñoz se reía del discurso de Monreal. «Pajecillo de Peña Nieto», le devolvió el segundo. «Tu reyezuelo se va a ir al basurero de la historia». «¡Chaquetero!», le endilgó el otrora medallista olímpico. «¡Chaquetero tu partido, Felipe! ¡Cobarde!», fue la respuesta.

La animosidad llevó a Alfa González Magallanes, de NI, a retar a María Elena Cano (PRI), y después el mismo Tibio Muñoz encaró a Sebastián de la Rosa (PRD). Enrique Aubrey (PVEM) coordinó a los policías para contener a sus opositores, e incluso hizo de cadenero para controlar qué diputados podían entrar.

Al calor de los empujones y de los gritos de «fuera, fuera, fuera» que diputadas del PRI le soltaron cuando entró al auditorio, Manuel Huerta (PT) resaltó su carácter pacificista. «La violencia sabemos de dónde viene. Sabemos quién mató a (Luis Donaldo) Colosio y quiénes son los asesinos», clamó. Y acusó al presidente de la Comisión de Energía, el priísta Marco Antonio Bernal -el primero en votar a favor-, de amenazarlo. «Tengo pruebas y voy a proceder», advirtió. También Catalino Duarte (PRD) denunció que José Manzur, presidente de la Comisión de Presupuesto, lo amenazó. «Somos los primeros que nos van a matar» afirmó.

Verónica Sada fue la única panista que votó en contra. Su compañera Patricia Lugo Barriga anunció que también rechazaría la reforma, pero no por la apertura indiscriminada, sino porque le causó repugnancia que el PRI marcara con su logotipo las despensas para los damnificados de Acapulco.

Aunque aprobada en sus términos generales, los diputados mexicanos seguían discutiendo ayer las impugnaciones particulares a determinados artículos del proyecto presentadas por legisladores de la izquierda. Había 101 oradores inscritos.