Una semana después del comienzo de la intervención militar francesa en la República centroafricana (RCA) con el objetivo declarado de «restablecer la seguridad» en África Central, el odio entre comunidades sigue muy arraigado en algunas zonas de la capital. Los musulmanes acusan a París de permitir que sean masacrados por los cristianos en Bangui.

La tensión era ayer extrema en el barrio musulmán PK-5 de la capital centroafricana, en cuya mezquita Ali Baboro se podían ver cuatro mortajas blancas y una más pequeña de un niño junto a una de ellas. Bajo el alero del edificio religioso, donde se reunieron unos 200 fieles, otros dos cuerpos esperaban ser amortajados; un poco más lejos, un tercer cadáver.

Todos murieron a manos de cristianos de distritos vecinos de Gobongo y Combattant, cercanos al aeropuerto y sacudidos los últimos días por una ola mortal de saqueos y enfrentamientos interreligiosos.

Frente a la mezquita una patrulla militar francesa fue increpada por los presentes, que tacharon a los soldados de «traidores» y les acusaron de «ayudar a los cristianos a matarnos». «Los franceses organizaron el genocidio. Están con los cristianos», gritó un hombre. «Esto no es normal. Los franceses protegen a los cristianos pero no a nosotros (los musulmanes). Nos matan y no dicen nada. Hay que decirles que nos protejan si no significa que están con ellos», apuntó otro.

Los 1.600 soldados franceses comenzaron el lunes el desarme de milicias y grupos armados de Bangui, esencialmente exrebeldes Seleka, combatientes musulmanes, que son quienes portan armas en la ciudad.

Para muchos capitalinos, la llegada de los franceses es la oportunidad perfecta para vengarse de los odiados exSeleka y también de los civiles musulmanes, a los que ahora se asocia con ellos.