Ingo NIEBEL Colonia

La consulta de las bases del SPD pone nerviosa a la política alemana

Para hoy a la tarde se espera el resultado del referéndum interno al que la cúpula del SPD ha sometido su acuerdo de gobierno con la canciller alemana Angela Merkel. Es difícil pronosticar cuál será el desenlace de esta consulta.

El resultado de la consulta interna convocada por el presidente del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), Sigmar Gabriel, sobre el acuerdo que esta formación acaba de firmar con la canciller demócrata cristiana Angela Merkel (CDU) para la conformación de un gobierno bipartito es realmente una incógnita. La razón de esta incertidumbre reside, por una parte, en la idiosincrasia de la base socialdemócrata, cuyo comportamiento es habitualmente difícil de pronosticar, y por otra, en las dificultades propias del proceso de votación.

El jueves a medianoche concluyó el plazo para que los 473.000 militantes socialdemócratas enviasen su decisión por correo a la sede central del partido en Berlín. Tenían dos semanas para hacer llegar su valoración. He aquí el primer problema: ¿Cuántos afiliados tiene de verdad y de ellos cuántos siguen figurando en las listas a pesar de su fallecimiento porque el partido ya no tiene capacidad para visitar en persona a sus militantes como en los viejos tiempos?

El otro día, la secretaria general Andrea Nahles informó de que más del 20% de los afiliados ya había respondido, por lo ya que se ha superado la cuota mínima para que la consulta sea vinculante. Se espera que alrededor de 300.000 personas participen en este insólito acto.

¿Pero cuántos «enemigos» se han podido infiltrar en este proceso? La revista «Spiegel» se hizo eco del caso de un estudiante demócrata cristiano que apostó con sus compañeros de universidad que lograría participar en la consulta con una identidad falsa. No solo consiguió el carné de partido, sino también la papeleta especial para votar. Tan solo entre octubre y diciembre cerca de 1.800 personas se afiliaron al SPD.

De hecho, el partido ha pagado 1,6 millones de euros para llevar a cabo este acto democrático. Miles y miles de sobres han ido llegando a una vieja estación de la Bundespost (Correos Federales) de Berlín, donde han instalado máquinas especiales con capacidad para abrir 20.000 cartas cada hora.

Según medios locales, las tarjetas de votación son escaneadas para evitar su doble cómputo. Están impresas en papel especial y cuentan con una barra metálica para evitar su falsificación. El proceso está bajo supervisión de un notario y de 400 voluntarios socialdemócratas.

Aunque el SPD se ha esforzado en darle un carácter democrático a esta votación, de cuyo resultado depende sobre todo el destino de la actual cúpula del partido, los varemos de seguridad no llegan a los establecidos, por ejemplo, por el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela para este tipo de actos electorales.

Algunos constitucionalistas han cuestionado la consulta en sí porque, según afirman, somete a los diputados del SPD al dictado del partido y eso es anticonstitucional porque la legislación decreta que los parlamentarios han de tomar sus decisiones solo acorde con su conciencia y libres de cualquier presión.

Si ya el sistema electoral alemán de por sí presenta cada vez más deficiencias logísticas, cabe preguntarse cuántas más habrá en una consulta de esta índole que se celebra sobre la base de que poco después de las elecciones presidenciales del 22 de setiembre, el 70% de las bases socialdemócratas prefería estar en la oposición antes de correr nuevamente el riesgo de quedar diezmado al final de otra legislatura con Merkel.

Para cambiar los ánimos, Gabriel y Nahles realizaron una gira de una semana por toda la República Federal hablando ante los comités regionales y locales. También hubo un turbio asunto de coacción llevado a cabo presuntamente desde la Willy-Brandt-Haus contra varios críticos del bipartito.

Pese a estos esfuerzos, en su reciente congreso, los Jusos, la organización juvenil del SPD, criticaron fuertemente a su presidente. Gabriel corre el riesgo de perder mucho con esta consulta, que ha sido idea suya.

La que aún puede esperar tranquilamente a cualquier eventualidad es la canciller Merkel, porque su partido ha dado luz verde al acuerdo alcanzado con el SPD. Y a la presidenta de la CDU no se le ha ocurrido consultar a sus bases. Sin embargo, ahora sí se está moviendo algo en su contra porque la semana pasada medio centenar de militantes jóvenes exigieron mediante una carta abierta cambios profundos en el partido.

El problema es que la CDU está dominada por su presidenta, que además cuenta con muchas más simpatías dentro de la población que sus rivales socialdemócratas. En paralelo, ha ido eliminando a todos sus «enemigos internos». Sin ella, la CDU caería en un profundo agujero porque, de momento, no hay quien pueda sustituirla.

Desde esta posición de fuerza, los medios de comunicación han estado especulando durante estos días si la jefa de Gobierno ya dispone de un plan B por si las bases del SPD rechazan el proyecto de bipartito.

En tal caso, el SPD no solo pasaría a las filas de la oposición sino que además entraría en una profunda crisis, muy comparable con la que están viviendo los Verdes. Ante esta hipótesis, la mejor solución sería la convocatoria de elecciones anticipadas que podrían dar a Merkel la mayoría absoluta.

Mientras tanto, está garantizada la gobernabilidad de Alemania. Al contar con un gobierno en funciones no existe ningún vacío de poder, pero sí democrático. Hasta ahora, la CDU y el SPD han estado bloqueando el trabajo del Parlamento y así Merkel opera a sus anchas, sin ser controlada por este otro poder constitucional.