Jesus Valencia
Educador social
JO PUNTUA

La izquierda abertzale en el banquillo

La «avalancha» vasca ha sido un movimiento plural en el que se han sentido cómodas personas que no cabían en sus habituales entornos

El 17 de octubre se inició el juicio contra la izquierda abertzale. Son 36 las personas encausadas pero pudieran haber sido 36.000. Pienso en muchas otras que, como las que se sientan en el banquillo, ocuparon puestos de responsabilidad en la misma organización política. Unas, dedicadas hoy a otras tareas sustanciales dentro del mismo proyecto independentista, revolucionario y popular. Otras, aportando con el mismo entusiasmo de siempre lo que sus muchos años y abundantes achaques les permiten. No faltan quienes, sometidas a cerrojos, son un activo político cada vez más cotizado. Y, sobre todo, a quienes la muerte arrebató convirtiéndolas en absolutamente presentes e imprescindibles.

El Sumario 35/02 encausa, sin citarlas, a miles y miles de personas que se han ido adhiriendo al proyecto político de la izquierda abertzale. Y que han encontrado en él estímulos suficientes para seguir activas y movilizadas. Engrosan este variopinto caudal trabajadores que militaron bajo otras siglas hoy diluidas o desclasadas; trasfirieron su conciencia de clase y su vocación de lucha obrera a este conglomerado soñador que sigue reivindicando el socialismo de verdad. Cambiaron de adscripción política familias que se sintieron identificadas un día con el independentismo de los Arana o Gallastegi. Pero que no quieren saber nada del «comunionismo» de Kizkitza o del transversalismo de Josu Jon (que vienen a ser lo mismo). Cuando el chalaneo pactista les defraudó, se incorporaron a esta corriente política porque sigue creyendo en la independencia de los pueblos y trabaja para que nuestra anhelada soberanía sea realidad.

La izquierda abertzale ha sido una especie de torrentera popular (La avalancha llamaron en Haití al fenómeno sociopolítico que lideró Aristide). La «avalancha» vasca ha sido un movimiento plural en el que se han sentido cómodas personas que no cabían en sus habituales entornos: quienes nacieron en el seno de familias españolizadas y que han conseguido recuperar su identidad nacional y su lengua; emigrantes llegados a nuestra tierra con conciencia crítica y alma combativa; cristianas y cristianos discrepantes con sus trasnochas estructuras eclesiásticas aliadas con el poder... Todos ellos han ido formando este conglomerado de personas al que Roque Dalton calificaría de «guanacos». Son el compendio de todos los insultos, el capacico de todas las hostias, merecedoras de todas las multas, objeto de todas las ilegalizaciones. Los siempre perseguidos, los basureados, los prohibidos. Los que siguen construyendo futuro a pesar de tanto tertuliano insidioso, de tanto policía represor, de tanto juez parcial y de tantas alianzas hostiles.

Curiosa paradoja: abre el Estado causa general contra un «grupúsculo» al que considera en trance de extinción ¿No dicen que la izquierda abertzale es el último reducto de gentes anacrónicas que siguen reivindicando la independencia y el trasnochado socialismo?