El nuevo Gobierno alemán hace presagiar una ruda batalla entre la canciller Angela Merkel y su riva socialdemócrata Sigmar Gabriel, antiguos rivales que podrían medirse en las próximas elecciones legislativas. Ayer, ambos brindaron por el éxito de la «gran coalición» y de las arduas negociaciones -84 días, todo un récord- que han mantenido sus respectivas formaciones para la formación del gobierno.

Quien verdaderamente parece haber salido beneficiado de todo este proceso es Gabriel. Pocos parecen recordar la derrota del 22 de setiembre, cuando el SPD solo logró el 25,7% de los votos, el segundo porcentaje más bajo de su historia. Los medios escritos alemanes alabaron su cualidades como estratega e inteligencia, capaces de eclipsar a la todopoderosa canciller.

Aunque el acuerdo de coalición lleva el sello socialdemócrata con la aprobación, por ejemplo, de un salario mínimo, la doble nacionalidad para los niños extranjeros nacidos en Alemania o la jubilación anticipada, los mecanismos para hacer realidad estas medidas siguen siendo una incógnita con independencia.

Merkel ha puesto de nuevo Wolfgang Schäuble al frente del Ministerio de Finanzas, mientras que sorprendió con la designación de Ursula vonder Leyen como ministra de Defensa. El socialdemócrata Aydan Özoguz será el primer alemán de origen turco en ocupar cartera ministerial, la de Migracion.