Mikel INSAUSTI
CRíTICA: «Sobran las palabras»

Las segundas oportunidades no las regalan

Hay películas que resultan especialmente emotivas por las circunstancias que rodean a su estreno, y ver a James Gandolfini por última vez en «Sobran las palabras» le deja a uno tocado. Queda la sensación de que no llegamos a conocerle como actor, porque su papel televisivo de Tony Soprano le ocupó la mayor parte de su malograda carrera. En este melodrama romántico se muestra mucho más vulnerable, como la persona timida y tranquila que dicen que realmente era. Las despedidas siempre son tristes, más cuando en la pantalla se le observa risueño y con ganas de vivir.

Son los factores puramente sentimentales los que me han hecho concederle a «Sobran las palabras» la máxima puntuación, pese a que es una realización modesta y sin pretensiones. Seguramente si el reparto hubiera sido otro no llegaría a esa nota, pero Gandolfini y las actrices principales lo bordan. Además, la realizadora Nicole Holofcener ha escrito unos personajes maravillosos para Julia Louis-Dreyfus, Catherine Keener y Toni Collette.

Desconocía a Julia Louis-Dreyfus, porque no suelo tener tiempo para seguir las series televisivas en las que viene trabajando. Es todo un descubrimiento para el cine, por el dinamismo arrollador que le aporta. De ella dependen en buena medida los toques de comedia de la película, gracias a su dominio de las situaciones de enredo. La escena en que coincide por primera vez con su nueva pareja (Gandolfini) y la «ex» de este (Keener) es de las más embarazosamente divertidas que se hayan visto en mucho tiempo.

Hasta ese preciso instante la relación triangular, por así decirlo, es seguida con el desconocimiento por parte de él de que las dos mujeres de su vida, la del pasado y la del presente, se conocen entre ellas. No es un capricho del guión, y ocurre así para expresar mejor las dificultades que rodean a las segundas oportunidades en el amor entre divorciados con hijos. Sobre todo al principio, el matrimonio anterior sigue presente, interponiéndose e influyendo desde el miedo a volver a fracasar.