Iratxe Fresneda Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

Vera Drake ya no será un secreto

Supongo que el mismo sentimiento, la misma rabia que circula por mi sangre cuando escribo estas líneas es lo que sentisteis vosotras tras conocer que el Gobierno Español había aprobado el anteproyecto de reforma de la Ley del Aborto. Llevamos años retrocediendo, llevamos años soportando a lomos una Constitución que no votamos, pasamos demasiado tiempo resistiendo. Suelo soñar pensando que mi cuerpo es mi único territorio libre, a veces lo es, a veces consigo que lo sea. Habitualmente lo siento colonizado por anuncios, por las miradas escrutadoras de aquéllos que me dicen que tengo demasiadas curvas, que mi pelo es muy largo o demasiado corto, que voy excesivamente maquillada o no, que llevo ropas poco femeninas o que me excedo en mis tacones. Todo eso lo sobrellevo y, a veces, hasta me arrancan carcajadas las estrambóticas ridiculeces que pretenden constreñirlo a un estereotipo. Pero hoy no he podido reírme de aquello que me duele y me atemoriza. Hoy pienso en todas aquellas mujeres que no tienen derecho, ni potestad sobre sus cuerpos, pienso en mí, pienso en mis hijas y pienso en aquéllas que sufrieron porque nosotras tuviésemos derechos. Hace muchos años que vi por primera vez «El secreto de Vera Drake», de Mike Leigh, y ahora regresa a mi imaginario debido a los acontecimientos. Era la historia de una mujer de la clase obrera británica que practicaba abortos clandestinos para ayudar a sus comadres. Lo hacía gratis. Pienso en las Vera Drake de la historia de las mujeres, pienso en todas las mujeres. Me niego a admitir que «algo» llamado estado tenga derechos sobre mi cuerpo. Mi cuerpo es mío, de nadie más. No quiero ser «su víctima», prefiero ser delincuente. Desobedeceré, esto es personal y político.