En una escueta nota informativa de apenas diez líneas, el consejo de administración de Kutxabank anunció ayer que «en su reunión decidió distribuir un total de 27,9 millones de euros» a las tres cajas de ahorros propietarias del banco, BBK, Kutxa y Vital, para la financiación de sus respectivas obras sociales en 2014. Añade que «esta dotación conjunta alcanza la misma cuantía que la entregada a cuenta en diciembre de 2012 a las tres entidades para hacer frente a sus compromisos del presente ejercicio».

Esta decisión de Kutxabank supone la congelación de la dotación económica que, a juicio de diferentes compromisarios y colectivos sociales, se había quedado muy mermada tras la formalización del banco por parte de las tres cajas. En abril de este año, EH Bildu fue bastante crítica con esa decisión. En la asamblea general ordinaria de BBK la coalición soberanista denunció que Kutxabank «había apostado por desmantelar la Obra Social».

Esta realidad es cada vez más patente, además si se tiene en cuenta que la nueva Ley de Cajas de Ahorros y Fundaciones impone determinados requisitos para vender la parte mayoritaria de las entidades o establecer un fondo de reserva para posibles contrariedades económicas que pudieran surgir. Desde la creación del banco, el aspecto social de las cajas está desapareciendo. Se desinvierte en locales y propiedades, se venden instalaciones de apoyo a las personas de la tercera edad y se reducen los presupuestos de entidades y sociedades que han sido referencia.

En 2012 solo BBK dotó su obra social con 73,4 millones, mientras que para 2013, Kutxabank destinó a las tres cajas fundadoras del banco la suma de 27,9 millones. Supone un recorte de las tres cuartas partes, que con la decisión de ayer se agudiza más esa trayectoria.