Iratxe Fresneda

Una comedia danesa por Navidad

Hay que tomarse la vida con humor; también el cine, el audiovisual, es una cuestión seria. El posmodernismo puede ser una influencia que de resultados excelentes o llevar al traste la carrera de cualquier artista y, a veces, es guarida de la mediocridad más pomposa. En otra esfera de lo artístico, los managers, productores y demás agentes consiguen efectos diversos sobre las obras de sus protegidos. En el caso de Lars von Trier es necesario que alguien le recuerde que puede hacer grandes películas, incluso provocar haciéndolas, provocar a quienes las ven. Pero también es necesario que alguien le diga, con humor, cuándo está perpetrando una estupidez. Podría decir que a mi entender «Nymphomaniac» es una comedia, podría decir que me he reído al verla, podría decir que hay momentos sublimes, podría decir que hay escenas demasiado mediocres para su potencial como director de cine, podría decir que es un capricho, podría decir muchas cosas, buenas y malas, pero la película aún no ha terminado. Solo he visto la primera parte y hasta que la vea al completo no puedo juzgar el conjunto. Aunque, he de confesar que, intuyo, existe algo que se interpone entre la genialidad de un gran cineasta y su capacidad de hacer, el resultado último. Tal vez sea la enfermiza negación de su yo-artista o la exaltación excesiva del mismo. Quizá sea más divertido para el danés continuar en las labores de irritación constante, quizá sea el miedo. Aún no puedo tomarme este artefacto en serio, necesito ver la segunda parte. Continuará.