GARA VOLGOGRADO
ATENTADOS EN LA ANTIGUA STALINGRADO

Rusia no logra evitar la campaña de atentados contra los Juegos de Sochi

El segundo atentado suicida en 24 horas en la ciudad de Volgogrado (antigua Stalingrado) viene a confirmar los peores augurios para el Kremlin. Rusia afronta una ofensiva de la insurgencia islamista del Cáucaso Norte, que ya adelantó como objetivo principal los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi. Un acontecimiento con el que el presidente ruso, Vladimir Putin, pretendía, sin reparar en gastos, consagrar ante el mundo la emergencia de la nueva Rusia.

Al menos 14 personas murieron en un nuevo atentado suicida, el segundo en 24 horas, en un trolebús en Volgogrado (antigua Stalingrado) y a poco más de un mes de los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi.

El presidente ruso, Vladimir Putin, quien ha hecho de estos juegos (del 7 al 23 de febrero) en la antigua Circasia (a orillas del Mar Negro) una prioridad nacional, ha ordenado a las Fuerzas Armadas reforzar la seguridad en todo el territorio.

El domingo, un atentado dejó un saldo de 17 personas muertas -sin contar la kamikaze- en la estación central de esta misma ciudad, situada a un millar de kilómetros al sur de Moscú.

La explosión de ayer, acaecida poco antes de las 08.30 hora local, pulverizó la parte trasera del trolebús, que se hallaba en una parada cerca del centro de Volgogrado.

La Policía rusa adelantó que los primeros elementos de la investigación «por terrorismo» apuntan a que el artefacto explosivo «fue detonado por un kamikaze de sexo masculino» y señalan que el explosivo utilizado presentaría «puntos en común» con el usado el domingo, lo que «confirma la versión de una relación entre ambos atentados», que «pudieron ser preparados conjuntamente».

Los investigadores destacan la potencia de la deflagración, ya que los explosivos utilizados equivalen a 4 kilogramos de TNT, y añaden que el lugar y la hora del atentado «no fueron escogidas al azar». Y es que la línea 15A del trolebús es muy frecuentada a esa hora punta, sobre todo por estudiantes.

Una ciudad emblema

Situada relativamente cerca de las repúblicas musulmanas del norte del Cáucaso, Volgogrado sigue siendo un símbolo de la victoria soviética sobre la Alemania nazi, tras una de las batallas más sangrientas y heróicas de la II Guerra Mundial.

Con un millón de habitantes, esta ciudad que se extiende sobre la ribera derecha del Volga, cuenta con importantes fábricas metalúrgicas y militares.

No hay que descartar el factor simbólico a la hora de que el enclave haya sido elegido como objetivo de esta campaña de atentados. Periódicas iniciativas locales tratan de restaurar el nombre de Stalingrado, víctima en 1961 de la desestalinización liderada por Nikita Jrushev, y el Kremlin juega siempre con la nostalgia por el período glorioso que representa la victoria en la «Gran Guerra Patria», como la bautizó el propio Stalin.

Pero todo apunta a que su localización, en medio de un nudo importante de comunicaciones, y sus características, con un poder local muy corrupto y permeable a sobornos y una importante minoría caucásica en su extrarradio, ha podido ser más decisivo en su sangrienta elección. Con una Sochi -a otros 1.000 kilómetros de Volgogrado- blindada por la Policía y el Ejército, y ante las dificultades para la insurgencia norcaucásica de volver a golpear en Moscú, quizás hayan optado por quedarse a medio camino en su campaña militar contra los Juegos de Invierno.

Por de pronto, Putin ha ordenado reforzar las medidas de seguridad en toda Rusia y el Comité Antiterrorista ruso ha solicitado a los ciudadanos que salgan a al calle siempre con sus papeles de identidad en regla. El director del FSB, Alexandre Bortnikov, ha pedido a los rusos comprensión ante «las medidas de seguridad necesarias».

El Ministerio de Interior ha reforzado los controles por carretera y ha desplegado equipos de detección en los lugares públicos en un periódo de fuerte afluencia a los comercios y a los centros turísticos en vísperas del Año Nuevo ortodoxo. En San Petersburgo han anulado los fuegos artificiales previstos para la noche de hoy.

Pocas dudas sobre la autoría

Ya tras el atentado del domingo los medios rusos evocaron la pista norcaucásica. Concretamente airearon la hipótesis de que hubiera sido obra de una mujer a la que presentaron como parte del fenómeno vulgarizado con el nombre de «viudas negras», y que responde al perfil de una esposa que ha perdido a su marido o/y a sus hijos en la última guerra caucásica.

Esta hipótesis, que alimenta la versión de que los grupos armados norcaucásicos actuarían a la desesperada, parece responder más a una imagen prefabricada que a la realidad. La agencia RIA-Novosti precisaba ayer que el atentado suicida del domingo habría sido perpetuado por un hombre ligado a la guerrilla de la república de Daguestán (fronteriza con Chechenia).

Y el ataque del pasado mes de octubre en Volgogrado, que dejó seis muertos en un autobús lleno de estudiantes y considerado el preámbulo de esta nueva oleada, fue perpetrado, sí, por una mujer, pero que no respondía al perfil de las «viudas negras».

De lo que hay pocas dudas es de que la autoría de estos atentados remite a la guerrilla islamista norcaucásica, el autodenominado Emirato del Cáucaso Norte, que reivindica la creación de una confederación de los pueblos montañeses bajo el imperio de la sharia o ley islámica.

Su cabeza visible es Doku Umarov, un antiguo comandante de la resistencia chechena no islamista que luchó a las órdenes del presidente legítimo de Chechenia, Aslan Masjadov, liquidado en marzo de 2005 en una emboscada-trampa del FSB cuando acudía a unas supuestas negociaciones con Moscú. Similar suerte corrieron sus sucesores y, tras la »pacificación» de Chechenia, Umarov anunció su conversión al islamismo armado y fue proclamado líder de una miríada de grupos armados yihadistas que operan en las distintas repúblicas norcaucásicas, desde el Mar Negro hasta el Caspio. En una de sus últimas apariciones, el autoproclamado emir del Cáucaso Norte instó en julio a través de un mensaje de vídeo a impedir «por todos los medios» el desarrollo de los Juegos Olímpicos de Invierno.

Un gran golpe para Putin

A nadie se le escapa que estos atentado suponen un duro golpe para Putin, que aspira a convertir los juegos de Sochi en un escaparate de su nueva Rusia.

Alexei Malachenko, del Centro Carnegie, ironizaba preguntándose si el presidente ruso «va a anunciar un duelo nacional durante su discurso televisado para el Año Nuevo».

«He aquí lo que nos espera antes de los Juegos. Tras estos atentados hemos perdido miles y miles de espectadores que no se atreverán a venir a Sochi», dijo.

El presidente del Comité Olímpico, Alexandre Jukov, aseguró ayer que Rusia «ha hecho todo» para garantizar la seguridad de este acontecimiento internacional, el más importante desde la disolución de la URSS. 40.000 policías han sido movilizados en Sochi, donde el acceso en coche estará prohibido desde el 7 de enero, un mes antes. Pero Rusia es muy grande y los yihadistas norcaucásicos han decidido reactualizar su órdago. Atacando a Stalingrado.

15 años de guerra y de atentados en el cáucaso norte y Rusia

1999

Una serie de atentados entre agosto y setiembre en ciudades rusas dejan más de 300 muertos. Rusia acusa a los chechenos, pero versiones apuntan a que fueron orquestados por el FSB para justificar el ataque a Chechenia.

2002

Un comando checheno toma 800 rehenes en el tratro Dubrovka de Moscú. El asalto militar se salda con 150 muertos, la mayoría asfixiados por un gas secreto.

2004

1.000 alumnos y profesores son secuestrados por un comando norcaucásico en Beslán (Osetia del Norte). El asalto militar se salda con la muerte de más de 330 rehenes y secuestradores.

2010

Un doble atentado suicida atribuido a dos mujeres activistas se salda con 40 muertos en el metro de Moscú.

2011

37 muertos en un atentado suicida en el aeropuerto de Moscú-Domodedovo, en la zona de llegada de los vuelos internacionales. Reivindicado por el emir Doku Umarov.