Juanjo BASTERRA

La UE ni actúa ni garantiza la seguridad de las personas frente al cáncer por amianto

En 2013 fallecieron 14 extrabajadores en Hego Euskal Herria por una enfermedad derivada del amianto, según los datos de la Asociación de Víctimas del Amianto de Euskadi (Asviamie). Desde 2008, cuando comenzó a contabilizar a los fallecidos, suman ya 120 personas. Hay más afectados que se desconocen, como indica el propio Parlamento Europeo, que censura la falta de información y de actuación de los estados para erradicar este mineral cancerígeno.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el número de casos de enfermedades relacionadas con el amianto en la UE asciende a entre 20.000 y 30.000 por año. Además se estima que más de 300.000 personas morirán de un mesotelioma -un tipo de cáncer fulmi- nante por haber inhalado fibras de amianto- «de aquí (2013) a 2030». Esa cifra, no obstante, «no ha alcanzado su máximo apogeo», precisa. En base a ese informe, hace casi un año el Parlamento Europeo aprobó diversas medidas sobre «los riesgos para la salud en el lugar de trabajo, relaciones con el amianto y perspectivas de eliminación de todo el amianto existente».

Puso tareas a los gobiernos que conforman la Unión Europea para «eliminar o minimizar el riesgo» de contraer todavía algún tipo de cáncer derivado de la inhalación de ese mineral peligroso, que no las han llevado a la práctica para garantizar la seguridad de las personas frente al «asesino silencioso», como se le conoce al amianto, puesto que pueden pasar decenas de años para que aflore.

Catorce fallecidos

De hecho, en 2014 en Hego Euskal Herria fallecieron 14 extrabajadores por haber inhalado durante su vida laboral fibras de amianto, muchas o pocas, porque los expertos médicos ya no distinguen. «El amianto es cancerígeno en todos sus extremos». Estos datos pertenecen a la Asociación de Víctimas del Amianto de Euskadi (Asviamie) que desde 2008 ha recopilado ya 120 fallecidos en Hego Euskal Herria, pero «hay más ocultos».

El Parlamento Europeo advirtió de que «a pesar de la prohibición, la actual vigilancia del mercado no permite garantizar que no se importe amianto a los mercados europeos», como así está ocurriendo. Y recordó que «todavía existen millones de toneladas en edificios y empresas, y que, sin embargo, a pesar de la peligrosidad del mismo, no existe un registro de su ubicación ni sobre la cantidad de amianto que debe eliminarse».

Establece que «el amianto sigue estando presente en numerosas minas a cielo abierto, vertederos no seguros, sistemas de suministro de agua, restos de naufragios cercanos a la costa y buques, edificios públicos y privados, trenes, depósitos, túneles y galerías, hornos de producción siderometalúrgica, etc»

Sin embargo, los diferentes Estados de la UE «no han tomado medidas de protección», como reconocen algunos técnicos. De hecho, hay tres que todavía utilizan amianto en algunos procesos de electrólisis, «aún sabiendo que existen procesos alternativos eficaces». Solo Polonia ha desarrollado una plan de desamiantado y control del mineral cancerígeno.

Los diferentes estados europeos ocultan la información específica, como se quejaba la resolución parlamentaria, debido «al aumento del riesgo de sufrir cáncer entre la población expuesta a niveles muy reducidos de fibras de amianto».

La resolución europarlamentaria fijaba, por otro lado, que «la eliminación de residuos de amianto en vertederos no parece ser la manera más segura de evitar definitivamente la liberación de fibras de amianto en el medio ambiente (en particular en el aire y en las aguas subterráneas)» y apostó por «instalaciones de inertización de amianto».

Dudas y dudas

La decisión europarlamentaria recordó que el éxito de las normas en materia de amianto en los Estados miembro es limitado debido a «la falta de conocimiento sobre la presencia de materiales que contienen amianto».

También elevó dudas sobre «la encapsulación o eliminación del amianto en determinados edificios» y manifestó que «un conocimiento previo de la presencia de amianto permitiría unas condiciones laborales mucho más seguras, en particular durante las obras de rehabilitación». Por lo que exigió a los Estados que «avancen en el proceso de eliminación gradual del amianto en el menor plazo posible». Estas reclamaciones siguen siendo desoídas por la mayoría de los gobiernos europeos.

Sin éxito, el Parlamento Europeo también pidió a la Comisión Europea y a los gobiernos que reconozcan como enfermedades profesionales todas las patologías relacionadas con el amianto, incluidas las placas pleurales. Y precisó que «con independencia del origen de la exposición o de la categoría profesional de la persona expuesta, todas las víctimas de amianto de la UE y sus familiares tienen derecho a recibir un tratamiento médico apropiado y oportuno, y apoyo financiero adecuado de sus regímenes nacionales de seguridad social». Otra decisión que se incumple.