Mikel INSAUSTI
CRíTICA: «Pensé que iba a haber fiesta»

Conflictos intrascendentes entre amigas ricas

No es fácil ser una Sofía Coppola, como tampoco lo es acertar a describir los secretos y debilidades de la burguesía. La argentina Victoria Galardi tiende a confundir el retrato de las clases privilegiadas con el aburrimiento y el vacío, sin llegar a descubrir nada interesante o reseñable. Ya se pudo comprobar con su primer largometraje en solitario «Cerro Bayo», seleccionado en Donostia dentro de la Sección Oficial, y donde presentaba un teórico conflicto familiar en una estación de esquí patagónica para usuarios de economía saneada.

En «Pensé que iba a haber fiesta» el escenario es una mansión con piscina, pileta que dicen los argentinos que pueden acceder a ese tipo de vida. De hecho, una de las escasas preocupaciones de la dueña (Valeria Bertucelli) es el mantenimiento de tal instalación recreativa, y así se lo hace saber a su amiga actriz (Elena Anaya) cuando llega de visita. Le deja instrucciones precisas al respecto, porque ella se va de vacaciones navideñas a Uruguay con su nueva pareja, dejando a la forastera al cuidado de su propiedad. Esta se quedará sola en el casoplón, debido que el exmarido de la propietaria pasará por allí a recoger a la hija adolescente que tienen en común.

En ausencia de la anfitriona surgirá un idilio entre el ex y la amiga venida del otro lado del charco, hasta que todos vuelvan a coincidir para la cena de Noche Vieja. Se supone que durante la velada está a punto de estallar una tensión no resuelta, aunque en el fondo no debería haber motivo, puesto que la argentina ha rehecho su vida sentimental y su amiga está libre, al igual que el exmarido. Aún así, con el Año Nuevo llegan las confesiones y el sentimiento de una amistad supuestamente traicionada.

Otra vez Victoria Galardi pretende buscar la trascendencia en una anécdota superficial que no la tiene, dentro de una situación puramente subjetiva, como si los roles establecidos o las convenciones estuvieran por encima del libre discernimiento de las propias personas.