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Tribunal Especial para Líbano: nunca un juicio estuvo tan cargado de significado geopolítico

Hace casi nueve años, el ex primer ministro de Líbano y multimillonario político suní Rafik Hariri moría con veintidós de sus guardaespaldas en un brutal atentado en el centro de Beirut. A petición del entonces Gobierno libanés, la ONU decidió investigar aquel atentado y para ello estableció ad hoc el Tribunal Especial para Líbano. Los escándalos han acompañado las investigaciones desde el inicio. Así, tras cuatro años de detención preventiva, cuatro generales del Ejército libanés fueron liberados y la pista siria dejó paso a la de Hizbullah, el partido-milicia chií que niega las acusaciones por estar «plagadas de evidencias circunstanciales» y apunta a una conspiración israelí. Cinco de sus miembros, algunos de alto rango, son juzgados en ausencia desde ayer, en un juicio que enfrenta a la comunidad internacional contra «cinco fantasmas» y que es visto por muchos analistas como un instrumento para socavar el poder del que dispone Hizbullah.

En lo que sí coinciden casi todos es que este juicio, que tanto divide a la sociedad libanesa, es un acto que más que buscar justicia o incluso venganza pretende condicionar y fijar el rumbo del futuro político de Líbano.