Fede de los Ríos
JO PUNTUA

Nos duermen con cuentos

Nunca fue tan fácil constatar que vivimos en un tiempo en el que reinan la mentira y la infamia. No hay más que prestar oídos a lo relatado por las autoridades de cualquiera de las instituciones que conforman el Estado español acerca de la parcela de realidad de la que se siente responsable:

El alcalde de Caput Castellae (Burgos) por ejemplo, un tal Lacalle, dice que las protestas del barrio de Gamonal son producidas por gentes venidas de fuera (de Burgos se entiende). No especifica el corregidor el objetivo de estos foráneos profesionales de la agitación subversiva en las rúas burgalesas. A buen seguro sus antepasados de Atapuerca hacían gala de una argumentación mejor estructurada y con menor número de falacias al describir la realidad y sus fenómenos.

La que fuera alcaldesa de Iruñea y actual lehendakari de los navarros que hace unos meses desvelara un informe de la Guardia Civil sobre la investigación de 1.652 profesores del modelo D para buscar «vinculaciones» con la «ideología abertzale», se reafirma en la existencia de ese informe que ella tiene en su poder frente al desmentido del converso ministro de Interior Fernández Díaz: «La Guardia Civil no ha hecho ningún informe sobre la educación en Navarra». Barcina, lejos de arredrarse, reafirma la existencia de «un informe en educación que nos ha llegado al Gobierno de Navarra y que es reservado y, según nos indican todos los juristas en base al ordenamiento que tenemos, un infor- me reservado no se puede proporcionar».

Yolanda viniéndose arriba, afirma ser defensora del euskera, euskaltzale irredenta por ser la lengua de su abuela y su madre. Así pues, no sería de extrañar que, como le ocurre a su admirado Aznar con el catalán, el vascuence sea su lengua vehicular en la intimidad. No resulta difícil poder imaginarla en la intimidad del tálamo nupcial, con la elegancia que le caracteriza, luciendo moño recogido con pañuelo y vistiendo salto de cama tipo poxpoliña y, en la meseta del clímax, un irrintzi intrépido rasgando el silencio de la noche que denota el culmen del placer obtenido en el arrebato de la carne. (Qué hostias pasa, cada uno se imagina lo que quiere, so tristes). Si a Sanz le pasaba lo mismo bailando el «Agur Jaunak». Es que cuando el erotismo del nor-nori-nork te envuelve, la parte concupiscible se desata y la Razón, aunque sea la de Estado, se desmorona cual hongo podrido.

Hablando de falacias mal construidas. El que fuera director general de Justicia de los Gobiernos valencianos de Eduardo Zaplana y Francisco Camps y ahora juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco, mandó detener a los que, según todos los indicios, propiciaron el acto de Kafe Antzokia de Durango por el cual se reconocía la legislación penitenciaria, algo exigido por el Estado, por ser un freno a ese «reconocimiento» según Fernández Díaz, un hombre temeroso de Dios al que le está prohibido mentir: «hemos acabado con uno de los tentáculos de ETA». Fernández se siente Bob Esponja frente al Cefalópodo asesino, cuando solamente es un gixajo amargado y sin futuro.