EDITORIALA
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Cuando la frivolidad es una falta de respeto

Las declaraciones del secretario general de UPN, Oscar Arizcuren, en respuesta a la información sobre el refrendo de la militancia de ETA al camino emprendido en los últimos años, que incluye el cese definitivo de la lucha armada, son un ejemplo, quizá extremo pero que no deja de ser ilustrativo, de la falta de rigor con la que desde ciertas instancias se está afrontando un momento clave para el futuro de este pueblo y la convivencia de quienes lo habitan. Afirmar, como hizo el dirigente de la formación derechista, que el abandono de la actividad armada es una decisión «meramente estratégica» y que por tanto puede ser reversible, no solo muestra que ese político desconoce la diferencia entre táctica y estrategia, sino que sitúa a su partido, voluntariamente o por falta de preparación, en las antípodas de la realidad.

Las palabras de Arizcuren, que por cierto vio un «comunicado de ETA» donde no lo había -y no fue el único en hacerlo- deberían causar estupor, pero pasan desapercibidas en un mar de reacciones realizadas a vuelapluma, en un hablar por hablar que quizá se corresponda con el libro de estilo de algunos agentes pero no con la importancia del momento. A este respecto, sostener, como hicieron ayer los portavoces del PSE, que la única declaración de ETA que les interesa es aquella en la que anuncie su disolución, cuando casi no hay día en que cuestiones relacionadas con esa organización no ocupen la actualidad política vasca, o asegurar, como hizo el parlamentario del PP Borja Sémper, que «ETA no ha tomado ninguna decisión», cuando esa decisión ha condicionado por completo la realidad social y política de este país, constituyen un ejercicio de cinismo.

Tampoco concuerda con la verdad decir que el hecho de que la militancia de ETA avale casi de forma unánime las decisiones adoptadas no suponga ningún avance y, sin embargo, es la opinión que expresó el lehendakari. Una cosa es intentar salvaguardar las posiciones de cada uno, y otra muy diferente tratar con ligereza un tema serio y sobre el que tantas esperanzas tiene depositadas la sociedad vasca. Hay ocasiones en que la frivolidad se parece mucho a la falta de respeto.