«Me imagino a representantes de las FARC sentados en el Congreso. De eso se trata este proceso: que dejen las armas y que sigan con sus ideales», asegura Juan Manuel Santos en una entrevista publicada ayer por el diario español «El País», antes de su visita a Madrid de esta semana. «Nadie les está obligando a cambiar su manera de pensar, pero que luchen por sus ideales sin armas, sin violencia, sino utilizando las vías democráticas», añade .

Candidato a la reelección en las elecciones de mayo, que estarán precedidas por las legislativas de marzo, el presidente de Colombia, un derechista que está en el poder desde 2010, afirma que considera bastante improbable llegar a un acuerdo de paz con las FARC antes de lo comicios. «No, no creo que sea posible. Todos los temas son complejos y la dinámica misma del proceso nos lleva a concluir que sería irreal decir que vamos a terminar todos los temas antes de las elecciones. A lo que sí aspiro es a que avancemos, que por lo menos cerremos uno o dos temas más», añade.

Ayer mismo, las FARC defendieron en La Habana, donde se desarrollan las conversaciones entre Gobierno y guerrilla, que fueron retomadas el pasado día 13, que los planes para sustituir cultivos de coca, amapola y marihuana en Colombia se lleven a cabo desde una perspectiva de derechos humanos que prevalezca sobre «políticas de prohibición, de persecución, estigmatización y criminalización».

En un comunicado leído por el guerrillero Marco León Calarcá las FARC argumentan que las causas de la aparición y expansión en Colombia de esos cultivos de uso ilícito son de «carácter socioeconómico y se en- cuentran en la pobreza y miseria de los desposeídos, expropiados y desplazados del campo, de las comunidades campe- sinas, indígenas y afrodescendientes». Por ello, solicitan también el reconocimiento y respeto de los territorios de esas comunidades y el mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores de los cultivos de coca, amapola y marihuana.

Al respecto, en la entrevista en «El País», Santos destaca que guerrilla y Gobierno «estamos de acuerdo con un principio: Colombia sin coca» y subraya que «es un paso importantísimo» que «el primer productor de cocaína del mundo» empiece a hacer desaparecer «ese veneno y fuente de financiación que ha hecho mucho daño». «Si logramos conjuntamente poder avanzar en esa dirección, eso no solo para Colombia sino para el mundo entero sería de un gran beneficio».