Los Jefes de Estado y de Gobierno de América mantienenen La Habana una cita de alto nivel con motivo de la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, que integra a 33 países y que constituye una de las principales herramientas de integración del continente. El encuentro ha sido aprovechado además por los mandatarios para mantener reuniones bilaterales en torno a temas de interés común, y destaca, a este respecto, la entrevista entre Dilma Rousseff y Fidel Castro, un encuentro «fraternal» en palabras de sus protagonistas, que se produce cuando la potencia regional profundiza sus relaciones con la isla, con el proyecto de Puerto Mariel como significativo ejemplo.

Más allá de los puntos sometidos a debate, que son muchos y de gran calado, es la propia cumbre, la normalidad en la que se desarrolla y la entidad de los participantes, lo que cobra una importancia política de gran relevancia, pues lanza al mundo y sobre todo a Estados Unidos un mensaje inequívoco en contra del bloqueo a Cuba y, mirando un poco más allá, le dice a la superpotencia que ya no tiene patio trasero donde hacer y deshacer a su antojo. Es la fotografía de que las cosas han cambiado mucho, y para bien, en América. Y que coincida con el aniversario del nacimiento de José Martí es más que una feliz coincidencia.