Amaia EREÑAGA DONOSTIA
LOS MOTIVOS DE UNA DESTITUCIÓN

El «thriller Pedrojota» contiene bronca con el PP y números rojos

Controvertido, con una concepción del periodismo siempre al filo -que va desde destapar las cloacas del Estado, léase GAL, a mantener falsas teorías conspirativas como las del 11M-, Pedro J. Ramírez y su destitución de «El Mundo» tienen todos los elementos de un thriller.

La imagen, subido sobre unos paquetes de folios en medio de la redacción de «El Mundo», en una intervención recibida con una cerrada ovación por su plantilla, da una idea muy precisa de la personalidad de Pedro J. Ramírez. Desde el atril improvisado, y según se pudo seguir casi en directo ayer en Twitter a través de las cuentas de los periodistas del medio madrileño, dijo que los escándalos del Rey y del PP le convirtieron en «un enemigo del establishment», que con la entrevista de cuatro horas que mantuvo con Bárcenas «comenzaron nuestro problemas» y que siempre ha sido molesto, venía a decir, porque hasta durante la época de Felipe González fue grabado por el CNI. Pero aquella no era toda y la única verdad.

De esta forma, como supuesto adalid de la información libre, Pedro J. Ramírez quiso despedirse -de momento, parece, porque ya anunció hace algún tiempo su intención de crear un medio digital- de su redacción y del periódico que fundó hace casi 25 años. A él no le habían cesado, le ha destituido, quiso dejar claro. Lo ha hecho Unidad Editorial, la empresa editora del diario, pero por decisión del grupo italiano RCS, el más poderoso de Italia y editor del «Corriere della Sera», accionista mayoritario de Unidad Editorial. Las razones serían tanto la gran bajada de ingresos en publicidad, en una época tan crítica para los medios en papel, como la posibilidad de que se esté buscando un comprador para «El Mundo», para lo que necesitarían alguien con mejores relaciones con el Gobierno.

Si a esto se le une las tensas relaciones con el presidente ejecutivo de Unidad Editorial, Antonio Fernández-Galiano, el cóctel empieza a estar más completo. «Entiendo la decisión, pero si de mí hubiera dependido, habría seguido siendo director de `El Mundo' toda mi vida», dijo Pedro J. Ramírez.

Crisis y peleas

Después de casi 25 años en la dirección del rotativo, el segundo en difusión en el Estado español después de «El País», el hasta ahora periodista que más tiempo ha estado dirigiendo medios de comunicación en el Estado, se despedirá este domingo con un artículo en el que posiblemente no deje indiferente a nadie, sobre todo al PP, sobre el que parece que centra sus iras.

No se sabe cuál será su siguiente paso, aunque se habla de la existencia de una cláusula que le impediría montar otro medio en un plazo de dos años, pero sí se sabe que obtendrá una fuerte indemnización económica. Se habla de una horquilla entre los 20 y los 30 millones de euros, dependiendo de las fuentes.

La crisis económica y más en concreto la que sufren los medios impresos también tienen mucho que ver con la salida de Pedro Jota de «El Mundo», no en vano este medio sufre enormes pérdidas económicas debidas a una caída de la circulación, con pérdidas de hasta 526 millones de euros en 2012, según fuentes de «El País». Solo la inyección de fondos de la matriz italiana permitió la supervivencia de la cabecera. A ello se añade que el primer mes de 2014 ha arrojado igualmente pérdidas muy elevadas, y también que la difusión no remonta: se afirma que el diario «ABC» está a punto de alcanzarlo. Se han producido numerosos despidos de personal. A finales del año pasado, la circulación certificada era de 160.000 ejemplares frente a los 305.000 de «El País».

Cambios como el sistema de pago de Orbyt, con nuevos contenidos, o la creación de «El Mundo de la Tarde», una edición vespertina, lanzada hace dos meses, no han tenido tampoco el éxito esperado. La inversión no justificaba los resultados, según parece.

Ignacio Escolar, director de «El diario.es», daba ayer otras claves sobre la crisis de la cabecera madrileña: «No han echado a Pedro J. porque los ministros no fuesen a sus entregas de premios. Eso era solo simbólico. Las presiones han sido mucho más sencillas: han consistido en cortar el grifo de la publicidad institucional. Según cálculos internos de Unidad Editorial, la guerra desatada por el escándalo Bárcenas -y especialmente por los SMS del presidente del Gobierno al extesorero del PP- le ha costado al grupo unos 18 millones de euros en publicidad institucional». Es decir, continuaba, que «todo ese dinero público, que el PP reparte arbitrariamente y utiliza para domesticar a los medios de comunicación, ha pasado de `El Mundo' al `ABC'. Y de la misma manera que hace unos años Esperanza Aguirre se cargó a José Antonio Zarzalejos, hoy Mariano Rajoy ha desbancado a Pedro José».

La noticia fue ampliamente seguida en las redes sociales, donde además Pedro J. es muy activo. Otro creador de opinión, como Federico Jiménez Losantos, por ejemplo, y con el que Pedro J. ha comenzado a colaborar de nuevo, se ponía apocalíptico y apuntaba que su destitución «es el triunfo de los poderes fácticos: Zarzuela, Moncloa, gobierno y oposición». Pedro J. lo retwiteó a sus seguidores.

Al frente de la nave queda Casimiro García-Abadillo, miembro fundador de «El Mundo» y desde octubre de 2004 vicedirector del periódico y responsable de todas las áreas de información del periódico. Por cierto, que García-Abadillo es quien firmó -también ha publicado un libro, de título «11 M: La venganza»- las informaciones en las que «El Mundo» apoyó la tesis del Gobierno de Aznar sobre la supuesta participación de ETA en los atentados del 11 M. «¿Fue una ETA contra las cuerdas la que facilitó la acción de los fundamentalistas? -se pregunta en la solapa del libro- ¿Buscaba Marruecos un nuevo Ejecutivo en España para fortalecer su posición en el Sáhara Occidental? ¿Sabía el Partido Socialista que un atentado con la firma de Al-Qaeda les proporcionaría la victoria en las urnas?».

Ironías, impacto en las redes sociales y algo de gramática

«Pedro J. Ramirez deja `El Mundo' para dedicarse al Periodismo», rezaba el titular del digital «El Mundo Today», uno de los más divertidos del día. La cosa tenía su miga, conociendo el recorrido de la cabecera madrileña y su forma de informar, pero sobre todo la de un periodista como Pedro J. que no se sabe si ha creado escuela, aunque lo ha intentado. Lo que si ha hecho es llegar a la Fundación del Español Urgente, quien ilustraba con su foto y su caso la utilización de la palabra «cese» en castellano. Es decir: «Los verbos destituir, deponer o despedir son preferibles al verbo cesar para indicar que alguien ha sido obligado a dejar su cargo o actividad». O sea, que lo han echado. Un detalle más, el miércoles, su destitución generó un impacto social en Twitter y Facebook de 31.437 comentarios de 17.734 usuarios sociales (mayoría masculina), logrando una amplitud de 62.169.375 de impactos potenciales. A.E.

Los GAL y un vídeo

Nacido en Logroño en 1952, Pedro J. Ramírez estudió periodismo en la Universidad de Navarra. Después de graduarse como periodista en 1973 ejerció como profesor de Literatura Española Contemporánea en el Lebanon Valley College, Pennsylvania (EEUU). Tras su vuelta, trabajó en el periódico «ABC» en las secciones de deportes, nacional e internacional. En 1980 fue elegido director de «Diario 16» con 28 años, un medio que destacó por sus informaciones en las que destapó la trama de los GAL. Por cierto que Pedro J. Ramírez ha sido uno de los periodistas que ha entrevistado a un interlocutor de ETA -entrevistó a Eugenio Etxebeste en 1988-. Destituido en 1989 por presiones del Gobierno del PSOE, según denunció, ese mismo año fundó «El Mundo» con un numeroso grupo de periodistas que trabajaban con él en ese periódico. En 2002, la Audiencia de Madrid condenó a varias personas, entre ellas el abogado Emilio Rodríguez Menéndez y al ex gobernador civil de Gipuzkoa José Ramón Goñi Tirapu por la difusión de un vídeo de contenido sexual en el que se podía identificar a Ramírez en ropa interior femenina siendo sodomizado con un consolador en un arnés que lleva puesto una mujer llamada Exuperancia Rapú. Según «El Mundo», el objetivo era desacreditar a Pedro J. cara a un próximo juicio sobre los GAL. A.E.