Arantxa MANTEROLA
NAUFRAGIO DEL «LUNO»

Sanos y salvos tras rozar la catástrofe en la costa labortana

La mar también estuvo omnipresente durante toda la jornada de ayer en la costa de lapurdi, concretamente en Angelu, donde se rozó la catástrofe cuando el carguero vasco «Luno» se partía literalmente en dos.

Llegado hacia las 9.00 a la bocana del Aturri, punto de entrada al recinto portuario de Baiona reputado por su dificultoso acceso, el capitán del buque solicitaba la pertinente autorización para dirigirse a la empresa Celsa donde iba a llenar sus bodegas con las barras de acero allí fabricadas.

A pesar del estado agitado de la mar, había arribado sin mayores percances desde el puerto de Pasaia que abandonó a las 19.30 la víspera tras una parada en los Astilleros Zamacona para atender una avería si bien, posteriormente, responsables de la Naviera Murueta afirmaban que no sufría anomalías y que había pasado hace unos días la revisión técnica quinquenal.

Sin embargo, unos minutos más tarde, el capitán se veía obligado a apelar a los servicios de socorro del puerto. Un fallo eléctrico generalizado hizo que perdiera el control del navío de 100 m. de eslora construido por la compañía vizcaina Astilleros Murueta hace veinte años.

El barco piloto del puerto acudió raudo pero no pudo evitar que el barco a la deriva se estrellase contra el espigón que separa las playas angelutarras de La Barre y Cavaliers.

A partir de ese momento saltaron todas las alarmas. La prioridad era salvar a la tripulación. compuesta de once hombres, más el propio capitán del puerto que, en los intentos de acceder al carguero, se encontraba en él cuando chocó contra las escolleras.

Las condiciones particularmente virulentas de la mar, el fuerte viento y la lluvia hacían imposible el rescate por tierra. El helicóptero de la gendarmería también fracasaba en su intento de sacarlos por el aire. Mientras, autoridades, técnicos, responsables del puerto, prensa y un sinfín de espectadores seguían atentos los acontecimientos entre un fuerte olor provocado por el gasoil derramado tras la colisión.

Hacia las 12.00, una vez que el oleaje se hubo apaciguado lo suficiente, el helicóptero militar de la base aérea de Cazaux (Gironda) terminó de extraer sanos y salvos a los marineros.

Temor a la contaminación

A partir de ese momento, los esfuerzos se centraron en evitar el riesgo de contaminación. A petición del alcalde Jean Espilondo se puso en marcha el plan Polmar, dispositivo específico creado en 1978 a raíz del accidente del petrolero Amoco Cadiz en las costas bretonas.

Los técnicos del Centro anticontaminación de Brest confirmaban a media tarde en la reunión de crisis en la que también participó el ministro de Transportes Frédéric Cuvillier desplazado ex profeso que, a pesar de las 15 toneladas de gasoil derramados, no había peligro de vertido de los 85 restantes (70 t se encontraban en cajas estanco en la parte encallada en la playa y se disponían a bombear o diluir las 15 restantes en proa).

El empeño de los técnicos se centraba a última hora de la tarde en estudiar el modo de arrastrar o extraer a tierra seca las dos mitades, la delantera encallada a orillas de la playa Cavaliers y la otra varada en la punta del espigón.

Entretanto los marineros -entre ellos un barakaldarra y un getxoztarra- recibían atención sicológica y logística en una sala de la cercana pista de hielo a donde también había acudido el armador del Luno y se recuperaban de la angustia vivida en un mar que volvió a dejar patente su poderío.