Joseba VIVANCO
Los gallegos estrellaron un balón en el poste de Iraizoz

Lo mejor, el sufrido puntito

Mal partido de los rojiblancos, superados en la primera mitad por el Celta, que lograron nivelarlo en la segunda, pero obligados a jugar en largo y que no chutaron ni una sola vez entre los tres palos. Un Athletic desconocido supo aguantar y sumar en un partido difícil.

CELTA 0

ATHLETIC 0

«Abrígate por febreíro con dúas capas e un sombreiro», reza el refrán meteorológico gallego. En la fría noche celtiña, el Athletic hizo caso al dicho y capeó como pudo el temporal ante un Celta que sin hacer demasiados alardes, fue mejor en la primera mitad en la que mereció algún gol y se resintió en la segunda, sin que los rojiblancos aprovecharan esto último y se quedaran a medias en su intento de alejar aun más tanto a Villarreal como a la Real Sociedad. Visto lo cual, lo mejor para los de Ernesto Valverde fue el empate, un punto que suma y quién sabe si luego puede ser de oro.

Feo partido de los leones, gélidos como la noche viguesa, que abusaron como no se recordaba del patadón largo de Iraizoz, desacertados en la zona ancha del campo, desconocidos Iturraspe o Laporte, por no hablar de Susaeta, y sin contabilizar ni un solo disparo entre los tres palos del equipo gallego.

Avisó un sabio argentino no hace mucho por estos lares que los elogios debilitan y en esa tesitura se presentó el Athletic en Balaídos, ante un Celta respecto al que estaba sobreaviso que le iba a disputar el dominio sobre la pelota. Diez minutos, los primeros, le aguantaron los rojiblancos ese duelo por el esférico; a partir de ahí, los gallegos, con un once diseñado por Luis Enrique netamente ofensivo y pelotero, se apropiaron del balón y en consecuencia dispusieron no ya de las mejores ocasiones, sino de las únicas que se registraron al término de los primeros cuarenta y cinco minutos. Y todo ante un Athletic desconocido seguramente obligado también por la presión alta y constante ejercida por los gallegos, que obligó a los leones -sobre todo a Iraizoz y sus defensas- al lanzamiento en largo a ninguna parte, saltándose así el orden establecido de defensa, medular y delantera, y en consecuencia despreciando la circulación de la pelota y perdiendo de vista a los Herrera, Iturraspe, Rico y compañía.

A la media hora de juego, tras dos disparos celtiñas con cierto peligro, los locales ya mandaban con un 60% de la posesión, control que casi materializa Rafinha en un disparo desde el punto de penalti y que Iraizoz, el rojiblanco más centrado, sacó a córner a una mano. Ernesto Valverde ponía a calentar a San José, síntoma de que algo no iba bien, y es que más allá del incierto juego, los dos pivotes, Iturraspe y Rico, se cargaban con una cartulina cada uno. Visto lo visto, y tal como discurría la primera mitad para el Athletic, sin combinaciones, sin bandas y con excesivos titubeos en defensa, lo mejor para sus intereses era llegar al descanso con el mismo marcador que al inicio.

En ello estaban los bilbainos, aprovechando que el Celta había levantado el pie del acelerador, cuando en el 42 Iturraspe erraba en un pase atrás, el balón llegaba a Charles, que la rompía al poste de Iraizoz. Segunda ocasión de gol clara para los vigueses, mientras los rojiblancos apenas daban señales de vida arriba, más allá de media docena de córners que no supieron aprovechar. Lo dicho, el empate, el mejor resultado, cara a una segunda mitad en la que los de Valverde necesitaban mostrar otra cara, porque a poco que se centraran o consiguieron controlar el balón, la mejoría sería evidentemente sustancial.

Segunda mitad más fea

Decidió el técnico rojiblanco mantener la dupla Itu-Rico a pesar de sus amarillas, y salió el Athletic quizá con más intensidad, aunque sin demasiado atino en la circulación, repitiendo el esquema de sindominio del inicio de la primera mitad, pero siguiendo la tónica desvalazada con la que se habían despedido hacia vestuarios. Al menos, el Celta, quizá pagando el esfuerzo anterior, ya no daba señales de peligro arriba, que eso ya de por sí ya era un avance. Y tras esos primeros minutos en que hasta el propio partido perdió ritmo, el Athletic se estiró al cuarto de hora, con algún amague de llegada que otro, la mayoría centros o pases cerca del área celtiña que no terminaban en nada.

Media hora final por delante entre el equipo que más goles anota en ese tiempo, el Athletic, y el quinto que más goles recibe, el Celta. El problema es que uno y otro eran incapaces de generar ocasiones en las respectivas porterías. Un lanzamiento de lejos de Muniain que se fue fuera por poco dio paso a la entrada del jugador de la Liga más rentable saliendo del banquillo, Ibai Gómez. Un cuarto de hora por delante para intentar hacer algo más que un triste Susaeta en la noche de ayer.

No variaron mucho las cosas, quizá un centro de De Marcos del que Kike Sola no se enteró a apenas un metro de la línea de gol o un centro pasado del propio Ibai en una contra. Al final, un exrojiblanco, Mario Bermejo, dio el susto en un cabezazo que se fue arriba por poco. No dio para nada más la cosa, y gracias. Un punto muy sufrido, que sabe bien visto lo visto, pero que habrá que hacer bueno ante el Espanyol el domingo.