El Gobierno de Venezuela ha ordenado detener a los instigadores de los incidentes que el miércoles se produjeron en Caracas tras las protestas del movimiento estudiantil, a las que se sumó la oposición, y las marchas progubernamentales para celebrar el Día de la Juventud, y que se saldaron con al menos tres muertos, decenas de heridos y 69 detenidos. Los fallecidos son el dirigente social Juan Montoya, el estudiante Bassil Alejandro Dacosta Frías y Ramón Muchacho, muerto en la localidad de Cachao.

El diario venezolano «El Universal» informó de que el Ministerio Fiscal presentó una orden de detención contra el líder del partido opositor Voluntad Popular, el exalcalde de Cachao Lepoldo López, como presunto responsable de «lesiones graves, homicidio y terrorismo», que fue aceptada por una jueza caraqueña. El Gobierno le señaló como uno de los presuntos «autores intelectuales» de la violencia.

La Fiscalía dictó también orden de arresto contra el exembajador en Colombia Fernando Gerbasi y contra Iván Carratú, jefe de la Casa Militar con Carlos Andrés Pérez, por su vinculación con los actos violentos. Al parecer Gerbasi advirtió a Carratú de que le habían prevenido de que el miércoles habría muertos tras una marcha de la oposición.

Unas horas antes, el presidente, Nicolás Maduro, denunció que «en Venezuela estamos enfrentando un rebro- te nazifascista que vamos a derrotar. No habrá golpe de Estado -agregó-, tengan la seguridad absoluta». Advirtió de que habrá «justicia por la sangre derramada».

Su ministro de Interior, Miguel Rodríguez Torres, denunció un intento de la oposición de «llevar a Venezuela a una guerra civil».

El presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, responsabilizó de lo sucedido a López y a la diputada opositora María Corina Machado.

López, por su parte, imputó a Maduro las tres muertes al considerar que fueron causados por «infiltrados» progubernamentales. Afirmó que todo forma parte de «un plan macabro del Gobierno» para que estalle la violencia en Caracas e instó a sus seguidores a «marchar con irreverencia».

El líder de la Mesa de Unidad Democrática (MUD), Henrique Capriles, aseguró que la coalición opositora «no quiere un golpe de Estado».