Al menos 33 personas murieron ayer en un atentado con coche bomba ante una mezquita en una localidad controlada por los insurgentes, al Yaduda, en la provincia de Deraa, al sur de Siria, según el opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH). Una docena de combatientes insurgentes figuran entre las 33 víctimas del atentado, del que la oposición acusó a las fuerzas gubernamentales.

Al mismo tiempo, en Alepo, los insurgentes hicieron estallar minas en el hotel Carlton de la ciudad vieja, causando al menos cinco muertos y 18 heridos entre los soldados que estaban allí situados. El hotel Carlton, en la ciudad histórica de la metrópoli de Alepo, era uno de los establecimientos más lujosos de la antigua capital económica siria, antes de que fuera devastada por los combates.

Tras el ataque los soldados y milicianos leales al Gobierno sirio se enfrentaron a los insurgentes, que sufrieron varias bajas, según el OSDH. La rebelión armada ha recurrido en ocasiones anteriores a la misma táctica para cometer atentados, construyendo túneles para colocar explosivos en edificios de Alepo, y también en Damasco.

Combates entre insurgentes

En la provincia de Alepo, paralelamente a los combates entre insurgentes y el Ejército, se libra otra guerra entre las propias filas insurgentes. Milicias rebeldes y grupos islamistas se enfrentan al Estado Islámico de Irak y Levante (ISIS) por el control de varios territorios.

Estos combates han conseguido expulsar al ISIS de cinco localidades, entre ellas Hreitane, mientras los yihadistas se hacían fuertes en la región de Azaz. Por su parte, el ISIS afirmó haber ejecutado a 27 personas al retirarse de Hritane y decapitado al menos a cuatro insurgentes en esta zona.

«Terrorismo» y transición

Mientras tanto, las negociaciones entre la oposición y el gobierno sirio siguen totalmente bloqueadas en Ginebra y la única opinión común es la de confirmar el estancamiento total. «Desgraciadamente, esta discusión no ha conseguido ningún progreso», afirmó el viceministro sirio de Asuntos Exteriores, Faisal Mokdad.

El portavoz de la delegación de la Coalición Nacional Siria (CNFROS), Luai Safi, llegó a la misma conclusión y ninguno de los dos dio ninguna pista sobre cuándo continuarán los encuentros.

El viceministro sirio repitió que para el Gobierno la lucha contra el terrorismo sigue siendo la prioridad. «Los que no quieren combatir el terrorismo no forman parte del pueblo sirio. Esos que llevan armas contra su pueblo y su gobierno son los terroristas».

«Nosotros no tenemos ningún problema en hablar del terrorismo iniciado por el régimen, pero sin una autoridad gubernamental de transición, no se llegará a nada», insistió, por su parte, el representante de la oposición, recordando el documento que presentó al respecto el jueves, un texto que la delegación del gobierno ni siquiera quiso coger.

El dirigente opositor Monzer Akbik, no descartó que la tercera ronda de conversaciones se retrase «para que EEUU y Rusia y la comunidad internacional consigan algún avance político y diplomático». Reunidos el jueves por el mediador, Lajdar Brahimi, para intentar cambiar la situación, Washington y Moscú no lograron ningún avance. «Pensamos que Rusia tiene la responsabilidad de presionar al régimen sirio para que aborde las conversaciones con seriedad y esperamos que los rusos ayuden a que esto se realice», estimó un alto responsable estadounidense bajo anonimato.

«Se esperaba que las negociaciones fueran difíciles, pero no porque fueran incapaces de encontrar un compromiso sobre un calendario, y eso francamente no es bueno», estimó un diplomático occidental, que teme que llegue el momento en que Brahimi renuncie.