Floren Aoiz
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JO PUNTUA

No es momento de jugar al quítate tu para ponerme yo

Frente a la agenda lampedusiana que están intentado formular, es momento de una agenda transformadora que asegure el rumbo, la naturaleza y el control popular de los cambios para que esto no termine siendo un quítate tú para ponerme yo.

Entre la panfletería publicada en torno a 2012 para edulcorar la gran invasión de 1512, destacaba una frase del historiador españolista Floristán, según el cual la conquista habría sido aceptada de buena gana por los principales «accionistas» de Navarra. En las recientes denuncias contra la todavía consejera Goikoetxea, se mencionaba la preocupación por evitar una inspección a uno de los contribuyentes más importantes de Navarra. Tanto en la interpretación del pasado como en la visión del presente, para el navarro-españolismo, Nafarroa es propiedad de quienes más tienen.

Lo diseccionó Feliú en su tesis sobre las élites del poder en Nafarroa, señalando un selecto grupito de 100 personas y conviene tenerlo en mente al analizar la ciclogénesis política que ha vuelto a desatarse. Más allá del revuelo institucional y las piruetas de algunos políticos, el meollo de la cuestión es el control de centenares de miles de personas por una minoría que sólo aspira a satisfacer sus mezquinos intereses invocando un estado de excepción permanente justificado por el recurrente «que vienen los vascos». No es casual que ante el estallido de un nuevo episodio de las andanzas de la Camorra Foral, vuelvan a reproducirse las llamadas al veto a EH Bildu o los discursos que presentan a Navarra al borde del caos. Acusaciones que llegan desde medios como «Abc» o «Diario de Navarra», que se distinguieron por su apología entusiasta de Hitler y el nazismo.

El peligro vasco-terrorista ha sido utilizado para imponer la suspensión de la política en beneficio del modelo gestionado por UPN y PSOE. Es momento de recordarlo, porque aunque Roberto Jiménez quiera colocarse fuera del estropicio, pese a que «Diario de Noticias» hable de crisis del régimen de UPN, estamos ante el derrumbamiento de un entramado en el que el PSN ha sido tan responsable como el partido fundado por Aizpún.

Los diagnósticos, en política, nunca son neutros. Podemos hablar de un ciclo de UPN, siempre que no olvidemos que en esta misma legislatura hemos sufrido un gobierno de Barcina con Jiménez de vicepresidente, pero si hablamos de régimen, debemos ir más allá del juego institucional y hablar del Amejoramiento y de quiénes y en qué condiciones toman las decisiones en Nafarroa.

Estamos ante un marco blindado que hará cuanto pueda para reproducirse y que cuenta con el apoyo de las estructuras del estado. Sin embargo, hoy por hoy no tienen una agenda capaz de concitar un consenso suficiente y vemos una crisis también en el seno del navarro-españolismo. Chocan intereses y en estas circunstancias la continuidad del régimen puede oponerse a la del actual equipo rector de UPN y el Gobierno de Navarra.

Frente a la agenda lampedusiana (cambiar para que todo siga igual) que están intentado formular, es momento de una agenda transformadora y emancipadora que asegure el rumbo, la naturaleza y el control popular de los cambios para que esto no termine siendo un quítate tú para ponerme yo.