Elkarrizketa
OsKar Alegría (*)

«Debieran mimarse las necesidades espirituales cuando las cosas van torcidas. La cultura es un gran salvavidas»

Conversamos con el autor de la multipremiada película «La casa Emak Bakia» acerca del seminario Punto de Vista que se celebrará en Iruñea del 19 al 22 de este mes, un encuentro docente y de exhibición de películas que sirve de puente entre una convocatoria y otra de este festival que, por problemas de recortes, se ha convertido en bianual.

Oskar Alegría (Iruña, 1973) no contesta nunca como una se lo espera. Cuando, tras ver «La casa Emak Bakia» le pregunté aquello de «¿qué tipo de loca necesidad le lleva a uno a embarcarse en un viaje como este?», respondió: «La loca necesidad de saber por qué los ríos tratan de posponer al máximo su final y se entretienen en largas curvas antes de llegar al mar». No sé si habrán sido las curvas del camino o quizá el azar el que le haya llevado a convertirse en el nuevo director del festival de cine documental Punto de Vista de Iruñea. Durante cuatro años este periodista de formación, que comenzó trabajando de reportero en Madrid, será la persona que guiará en tiempos revueltos uno de los festivales más innovadores y arriesgados del panorama estatal. Ha sido redactor en programas culturales y coordinador de espacios dedicados a la literatura («Cinco Sentidos», «Sautrela») y escribió y co-dirigido la serie de «Maestros de la cocina vasca» para ETB. Reportero de viajes, autor del proyecto artístico de fotografía «Las ciudades visibles» (avalado por el escritor Enrique Vila-Matas), desde el 2009 es profesor de guión de documentales en el Master de Guión Audiovisual de la Universidad de Navarra.

Uno no se levanta todos los días recibiendo una llamada en la que se le ofrece ser el director de un festival como Punto de Vista. ¿Imaginaba algo así?

No lo esperaba para nada, siendo yo un advenedizo en esto del cine, pero en estos casos siempre tengo en mente un verso hermosísimo de León Felipe para defender el intrusismo. Decía así: «Para enterrar bien a los muertos, elegir a cualquiera, a cualquiera excepto al sepulturero». Yo creo mucho en ello. Me ofrecieron dirigir y programar un festival, algo que no he hecho jamás, pero por eso mismo es por lo que creo que me lo ofrecieron y por eso mismo es por lo que acepté. En Punto de Vista hay un límite en los directores artísticos, solo están en su puesto durante cuatro años, es algo que no hacen otros festivales, donde a veces los directores se perpetúan en exceso. Por eso el cambio me parece una norma inteligente. Y que sean figuras que no vienen viciadas de experiencia también tiene sus ventajas. Con ello se busca aire fresco, que se cambien un poco los muebles, aunque la casa ya esté armada y, en mi caso, muy bien armada.

¿Qué recuerdos le vienen a la cabeza en torno a Punto de Vista, como espectador?

Recuerdo escaparme de las clases de la Universidad y meterme entre semana de par de mañana en una de las salas para ver junto a mi amigo Diego una sesión de cine armenio y oír después hablar al propio director armenio. A veces estábamos solos en la sala. Como espectadores era un lujo poder tener eso en la ciudad, no había que esperar a sanfermines para recibir visitas de otros mundos. Es curioso pero somos conocidos en el extranjero por los encierros y el Punto de Vista. Yo digo que en ambas disciplinas se comparte el mismo riesgo, unos corriendo, otros programando. Y ése es el recuerdo. Punto de Vista nos ha enseñado a ver cine arriesgado, diferente, difícil de encontrar y nos ha educado la mirada. Siempre he dicho que un niño en Pamplona sueña con dos cosas: entrenar a Osasuna o dirigir el Punto de Vista. A mí me ha tocado lo segundo, pero ahora, reconozco que he invertido mis sueños: ahora sueño con volver a ser algún día ese espectador joven, anónimo y virginal.

¿Cuáles son sus objetivos como nuevo director? ¿Existe algún tipo de retrospectiva en torno a algún autor que le gustaría traer a Iruñea?

Más que sobre un autor, pienso sobre todo en retrospectivas temáticas. Por ejemplo, si en el 2016 recuperamos la anualidad, me gustaría celebrarlo con un festival llamado «Ten years older», en honor al gran cortometraje de Herz Frank que premiamos en su día llamado «Ten minutes older». Sería un lema perfecto para festejar nuestro décimo aniversario de festival con una edición muy especial donde todo gire precisamente en torno al tiempo. Películas como «The Clock», de Christian Marclay, hecha con trozos de relojes y horas entresacadas de otros filmes o los trabajos de la checa Helena Trestiková, que siempre hace documentales dobles, filma el primero y pasados unos años vuelve al mismo motivo para filmarlo de nuevo. El tiempo puede ser visto desde sus partículas más ínfimas y a través de la acumulación, como en la película dedicada al polvo «Dust», de Hartmut Bitomsky, o en esos trabajos que brillantemente consiguen cuatroestacionar una rutina como «The Smoke», del montenegrino Vladimir Perovic, todo un mago del tic tac. Se me van ocurriendo mil cosas en torno al tiempo y sus circunstancias y las voy anotando en una lista.

¿Qué supone el juego audiovisual de Simón Ellis «La cámara congelada»?

Simon Ellis es un artistazo, sobre todo en el sprint. El terreno corto y el bocado rápido se le da de maravilla. Por eso le elegimos para ser el autor de la cabecera del seminario de este año. Es como el aperitivo visual que precede a todas las películas que proyectamos y queda en el imaginario de los asistentes como la imagen del Punto de Vista de ese año. Fue muy curioso porque, al explicarle nuestra idea de que el seminario estaría dedicado a la nieve, propuso esperar a rodar algo en invierno si nevaba, pero, como siempre, basta que lo desees para que no se produzca. Y así es: este año todavía no ha nevado en Inglaterra, que es donde vive. Pero al ser un hombre de mil recursos pensó esta imagen tan bella como inquietante que finalmente nos ha enviado: una vieja cámara que compró en un mercadillo y metió en su congelador durante un mes. Resultado: el cine recibiendo el abrazo del frío.

Este año acuden al seminario Ignacio Agüero y Pema Tseden. ¿Por qué los escogieron?

Porque son dos excelentes cómplices del frío. El lema «La imagen congelada / Izoztutako irudia» hace referencia a algo que ya es casi una bandera en nuestro festival: la nieve. En febrero siempre nos situamos en la última semana y pocas veces no nieva, hasta el punto de que la gente ya asocia frío, Pamplona, nieve, cine... como elementos de una misma frase. Casi sinónimos. Nuestra alfombra roja es un gran manto blanco y nos gusta ver eso. No somos un festival de verano, nadie nos pide promocionar el turismo, así que tenemos el privilegio de poder celebrar la intemperie. Además, este 2014 sufrimos por la crisis otro parón del festival y queríamos que el seminario hiciera referencia también a esa imagen congelada. No tenemos festival, pero confiamos en que todo se descongele y esa imagen vuelva a andar desde el punto en el que se paró. Por eso, los dos directores invitados de este año casan a la perfección con nuestro espíritu, con el taste que dicen los británicos. Chileno uno, tibetano el otro, los dos son cineastas que han rodado con las manos atadas. Veremos una película de Agüero, «El diario de Agustín», sobre la implicación del periódico «El Mercurio» en los años de la dictadura, una película que ha sido prohibida en la televisión chilena; otras de Pema Tseden rodadas por primera vez en su lengua tibetana y que deben pasar haciendo malabares la estricta censura de Beijing. Además los dos tienen una gran carga literaria y son cineastas de la improvisación, de esos que dejan la puerta abierta en el rodaje para incorporar sorpresas del camino. Agüero aportará a nuestras nieves sus «Sueños de hielo», un bello relato sobre el traslado en barco de un iceberg desde la Antártida para exponerse en la expo de Sevilla, y Pema Tseden su cine sin oxígeno, rodado a 5.000 metros de altura en las frías montañas de su país.

Hace poco 143 profesionales navarros relacionados con el mundo del cine firmaron un documento contra de la liquidación del Instituto Navarro de las Artes Audiovisuales y la Cinematografía (INAAC). Punto de Vista ya pasó por los recortes. ¿Cree que la cultura ha de mantenerse en retaguardia para poder sobrevivir a momentos de recortes sociales?

El número no deja de ser bonito: 143. Siempre he creído que todo lo bello es impar: las siete puertas de Tebas, los tres mosqueteros, los 39 escalones de Hitchcock, las 27 lunas de Urano. Ahora hay otra campaña de recogida de firmas por la continuidad del INAAC que va por las 647. También impar. Y sí, la cultura tiene que ser nuestro bálsamo de Fierabrás para estos días difíciles. No hay que irse al Speakers' Corner de Hyde Park para ver que se avecinan tiempos de zozobra. Pero tampoco hace falta ver «Titanic» para saber que los naufragios se sobrepasan mejor con música. Por eso no creo que estemos viviendo malos tiempos para la lírica, sino más bien todo lo contrario. Debieran mimarse las necesidades espirituales cuando las cosas van torcidas. Como apuntas, la cultura es un gran salvavidas al que agarrarse y que la política se economice en exceso es señal de una pobreza grave, la de no haber entendido la vida.

¿Larga vida al documental como estimulante natural de nuestra cultura?

Es curioso, el otro día leí que «El guardián entre el centeno» ha sido hallado junto al móvil del crimen en dos magnicidios, el de John Lennon y el de Rebecca Schaeffer, y en el intento de un tercero: el de Reagan. Por supuesto que Salinger no tiene la culpa, tampoco la literatura. Nadie puede culpar a Wagner de no amansar a la fiera nazi ni a Van Halen por sonar en los cazas durante los bombardeos. Pero eso sí, de momento no conozco asesinos que lleven un documental en su bolsillo y sí conozco casos de documentales que consiguen todo lo contrario: recuperar el tiempo perdido, proporcionarte alas, enseñarnos la cueva de nuestros sueños olvidados, denunciar la pesca de la perca en el Lago Victoria o enamorar a una viuda. El cine es útil. Y creo que, cíclicos como somos, volveremos a Nanook. Sobre todo hoy que el cine, como la arquitectura o la gastronomía, sufre de una falta de contenido. No hay relato. Todo es fachada, todo comida para los ojos, así se hacen filmes espectaculares pero huecos. Hay que confiar en que el futuro del cine sea su pasado, como clamaba el gran Serge Daney. Y ojalá volvamos hacia eso, ya que sin documentales seríamos mucho más pobres. Yo no creo en las teorías de que el Neanderthal se extinguiera solo por una gran erupción volcánica o por el efecto de un parásito: me da que lo que le llevó a desaparecer fue sobre todo su incapacidad para hacer metáforas.

(*) Director del Festival de cine documental Punto de Vista

Festival no, pero casi

Con el cartel de «agotadas plazas» arrancará el próximo miércoles la segunda edición del Seminario Punto de Vista, un encuentro que sirve de puente entre ediciones debido a que el festival ha pasado a ser bianual por cuestiones presupuestarias. No es una cita cerrada, sin embargo, ya que las proyecciones de la tarde están abiertas al público a un precio popular (3 euros; más información en www.puntodevistafestival.com). Son películas difíciles, cuando no imposibles, de ver en los circuitos comerciales, centradas este año en las retrospectivas dedicadas al realizador chileno Ignacio Agüero y al escritor y director tibetano Pema Tseden. Habrá el viernes una Sesión X Films (con estrenos de tres cineastas estatales) y una clausura el sábado en forma de maratón en torno al frío, bajo el título de Snow Movies. GARA