MIKEL INSAUSTI
CRíTICA: «Sólo para dos»

Un resort caribeño exclusivo para parejas cruzadas

La carrera de Roberto Santiago ha ido en picado, siempre de más a menos, hasta el punto de que ya resulta imposible reconocer en su cine actual al artífice de «El penalti más largo del mundo». Creía que con la reciente «¿Estás ahí?» había tocado fondo, pero no, todavía lo puede hacer peor que en tan desastrosa comedia fantástica. Se supera negativamente con «Sólo para dos», debido a que la comedia de enredo encierra una mayor dificultad intrínseca, y hoy en día no está para desafíos que pongan a prueba la incapacidad para hacer reír por la que atraviesa.

Lo malo es que en su desorientación arrastra consigo a todo el reparto, que no tiene la culpa de haber sido dirigido con tan poca gracia. La actriz argentina Martina Gusman se ha equivocado al aceptar el papel como pareja en la ficción de Santi Millán, porque la comedia no es lo suyo. Y, aún así, siembra la duda, porque en los papeles dramáticos en los que ha destacado siempre ha sido dirigida por su marido Pablo Trapero.

«Sólo para dos» es un encargo del productor Pablo Bassi, y la idea argumental de partida merecía un tratamiento con mayor enjundia. Por lo que fuera no la han sabido desarrollar, al jugar con el equívoco y las situaciones vodevilescas de una manera demasiado torpe. Los diálogos no ayudan, pues no hacen sino redundar en los dobles sentidos aclarándolos y eliminando cualquier posible asomo de engaño, burla o sorpresa.

El humor es tan hortera en sí mismo como todo cuanto pretende ridiculizar, incidiendo machaconamente en la mentalidad de culebrón televisivo, a cuenta de reiterativas referencias a la serie ochentera «Cristal», con repaso incluido a su tema principal «Mi vida eres tú». Pero hay más canciones penosas, ya que a Antonio Garrido le toca parodiar a Camilo Sesto entonando «Amor libre».

Se abusa asimismo de los tópicos culturales, sin que falten los chistes de bilbaínos o la exuberante mulata caribeña de turno, por aquello de que en un resort turístico tiene que haber de todo. Se supone que es exclusivo para parejas, pero con tanto cruce y desparejamiento acaba siéndolo para «singles».