Kizkitza Gil de San Vicente
JO PUNTUA

Capacidad de iniciativa

Los estados marcan a golpe de decreto y autismo la gestión de una transición que está siendo conflictiva ya que, cada vez de forma más articulada, la sociedad demanda soberanía y reconocimiento, transparencia y justicia social

Quería utilizar este espacio para compartir un análisis sobre el poder real de la izquierda independentista, su extensión actual y su potencialidad futura. De esta forma, subrayar la necesidad de articular este poder en torno a una estrategia de cambio político y social, que desde lo actual genere nuevas realidades, que dote a la izquierda independentista de perspectiva de Estado. En este camino entiendo el valor de la propuesta Euskal Bidea presentada por la izquierda abertzale.

Pero la represión es tozuda. Me siento ante la pantalla y dos rostros me interrogan: Itziar Alberdi y Juan Jesus Narvaez. Una vez más el Gobierno español demuestra que su agenda la define el objetivo de obstaculizar el proceso y la esperanza de resolución del conflicto. Primero quiso condicionar el debate, la cohesión y la gestión de las iniciativas del colectivo de prisioneros y prisioneras políticas vascas. Y ahora persigue el mismo objetivo pero con un componente extra, generar miedo en un colectivo que sabe de la arbitrariedad judicial española y de la impunidad con la cual se tortura en este Estado.

El Gobierno español sueña con un proceso de disolución de ETA sin coste político, sin puertas abiertas al empoderamiento social y nacional y que suponga la asimilación en el sistema actual de la izquierda abertzale y su tradición política. Y en este sentido, considera un obstáculo todas las iniciativas unilaterales que estos colectivos y la propia ETA están tomando, pues dan credibilidad al proceso político y demuestran la fuerza y la capacidad de incidencia de la izquierda abertzale. Además, la unilateralidad articula compromisos multilaterales entre organizaciones vascas e internacionales. Es decir, ayuda a tejer el sujeto que debiera permitir la construcción del proceso de normalización política en Euskal Herria y exigir a los estados una implicación positiva en la resolu- ción. La izquierda abertzale está marcando agenda en el proceso de resolución, mirando a la sociedad vasca y a las ansias que esta tiene de cambio. Es esta sociedad la que deberá interpelar a los agentes políticos para que este proceso sea el de la verdadera solución, el de la construcción de una verdadera democracia.

Continúo con la capacidad de iniciativa de la izquierda abertzale y vuelvo al inicio de este análisis. A mi entender, ni Euskal Herria como proyecto ni la izquier- da independentista, como movimiento, estamos liderando la transición política y económica abierta en Euskal Herria. Los estados marcan a golpe de decreto y autismo la gestión de una transición que está siendo conflictiva ya que, cada vez de forma más articulada, la sociedad demanda soberanía y reconocimiento, transparencia y justicia social.

Aspirar a marcar la iniciativa en estos ámbitos es sin duda alguna ambicioso, pero la izquierda independentista tiene poder social para ello. Tenemos miles de razones pero también un poder mediático reconocido, poder académico e intelectual cualitativo, una mayoría sindical comprometida, cotas de poder institucional históricas, sabiduría feminista, ecologista y experiencia acumulada en el ámbito de la normalización lingüística. Es tiempo de compromiso y ambición. Gure esku dago!