Jon ORMAZABAL

Como un gran disco rayado

Berasaluze-Albisu vuelven a dejar escapar un partido que controlaban por 15-6 y sus opciones de pasar el corte se reducen al mínimo.

BERASALUZE - ALBISU 19
BENGOETXEA - BEGINO 22

En estos días en los que los teléfonos se han convertido en utensilios en los que uno puede desde jugar a un videojuego de pelota a utilizarlos como reproductores de música, hablar de discos y de vinilos puede resultar anacrónico. Sin embargo, el transitar de Berasaluze-Albisu en esta edición del Parejas es lo más parecido a esa desagradable sensación de cuando uno pone su disco favorito en el tocata y, llegado a un punto concreto, este se atasca, produciendo y repitiendo incómodos sonidos que dañan los oídos y causan desesperación, por muy bueno que sea el tema que está sonando. Volver a poner el mismo disco tras pasarle un trapo o frotarlo por la ropa suele un recurso socorrido en el que se ponen muchas esperanzas, pero el resultado siempre es el mismo cuando llega el punto fatídico.

Algo así es lo que les sucedió al de Berriz y al de Ataun ayer en Zornotza. Y es que, tras un arranque más o menos igualado, en el que el delantero ya había mostrado algunas dudas, el enorme dominio del zaguero en los cuadros largos les permitió romper el partido con un 15-6 en el que se vislumbraban muy pocas opciones de reacción en una pareja azul superada por los pelotazos del goierritarra. Albisu pegó muchísimo y hasta la suerte parecía de su lado en tantos como la escapada al ancho que supuso el 13-6.

Tirón en la espalda

Sin embargo, a estos brillantes momentos le sucedió un apagón inexplicable que se sucede con machacona insistencia. Sin ir más lejos, hace solo tres semanas, en Idiazabal, y con Zabala en el lugar de Begino, dilapidaron una renta muy similar (16-7), en un final resuelto en circunstancias casi idénticas.

Quizá por tener ese referente tan cercano en la mente, Oinatz Bengoetxea se negó a tirar el partido, consiguió aguantar y se llevó una victoria que les permite seguir con ilusión. Con 15-6, Pablo Berasaluze tuvo que retirarse al vestuario al sentir un pinchazo en la espalda al tirarse al suelo para llevar una dejada al ancho y nada fue igual a su vuelta a la cancha. La carga moral y los fantasmas del pasado fueron una tara mucho mayor que la física, sus errores se multiplicaron y se complicaron muy mucho su futuro.