MIKEL INSAUSTI
Crítico cinematográfico

Mickey Rooney sí cenó aquí

El desencuentro que tuvieron en Donostia Mickey Rooney y Diego Galán es de sobra conocido, porque ocupa uno de los pasajes más jugosos de su libro «Jack Lemmon nunca cenó aquí». Siempre que tuve oportunidad de cruzar unas palabras con el que fuera director de nuestro festival le recordaba el episodio, para hacerle rabiar.

La ventaja de no tener que tratar en las distancias cortas a las estrellas es que las puedes adorar, y en la lejanía siempre adoré a Mickey Rooney. Para mí era un pequeño gran hombre, un héroe capaz de conquistar a una mujer espectacular como Ava Gardner a pesar de su corta estatura.

El tío era condenadamente divertido, en todo lo que tenía de excesivo, de incorrecto. Cuando se lió con la Gardner, ella todavía no había cumplido la mayoría de edad, por lo que cuando iban a un club él le servía el Martini seco en tazas de café.

Cuando vino a Donostia en 1994 tenía 74 años y seguía siendo un depredador sexual, poco menos que un peligro público. En cuanto se enteró de que Lana Turner iba a recibir el Premio Donostia quiso sacar a relucir trapos sucios de sus noches con ella. Afirmaba que habían compartido una loca aventura, fruto de la cual habría nacido un supuesto hijo.

Lo cierto es que hizo llegar un ramo de flores a la habitación de la actriz, que acabó en el cubo de la basura. Me parece increíble que este golfo haya vivido hasta los 93 años, lo que demuestra una vitalidad sobrehumana, ya que nunca se privó de nada. El mero hecho de ser un niño prodigio en Hollywood, sin dejar de trabajar luego durante décadas, agiganta su perfil.