Fede de los Ríos
JO PUNTUA

La sociofobia de Noé

Sabido es que la crisis de la infraestructura económica es reflejada, como si de un eco se tratara, en las manifesta- ciones artísticas y culturales. El cine es un ejemplo de ello. Así después del crack del 29 asistimos a la aparición del cine de catástrofes: en «King-Kong», un simio extremadamente desarro- llado con debilidad por las rubias y una mala hostia de aquí te espero sembraba el pánico entre los habitantes de Nueva York; posteriormente en «San Francisco» un terremoto asolaba la ciudad californiana convirtiéndola en cenizas, mientras que en «El huracán» de J. Ford podíamos presenciar como una isla era arrasada por completo.

Posteriores crisis sistémicas en los setenta dieron a luz «El coloso en llamas», «Terremoto», «Avalancha» y «Tiburón». Y con este último una miríada de bichos a cada cual más molesto (boas, arañas, hormigas y demás fauna incordiante).

Ahora, en la crisis global que nos ocupa de manera precaria y nos desocupa sin cobertura, viene el «Noé» Russell Crowe con Diluvio universal incluido. Vuelve La Biblia, la Palabra de Yahvé.

Y digo yo; bien que Noé sea un paradigma de la nula conciencia de clase y del individualismo imperante, pero crear un arca para salvar a las especies animales (a excepción de los animales antediluvianos que como su propio nombre indica perecieron ahogados en el diluvio y de los peces, por supuesto, que disfrutaron enormemente del acontecimiento), un arca en que cupieran una pareja (heterosexual, como Dios manda) de cada especie y el agua y alimento, en régimen de pensión completa, para más de un año, exactamente 370 días. Pues, si bien el aguacero duró cuarenta días con sus cuarenta noches, aquello tardó en secar. Según relata la Biblia, entraron tal que un 17 de febrero del año 1749 después de la creación del mundo (es decir en el 2011 A.C.) y salieron del arca el 27 de febrero del año siguiente. Aun dando por supuesto la ausencia de celíacos, el menú necesariamente debía de satisfacer a vegetarianos, carnívoros y omnívoros, aumentando el volumen de alimento necesario y el número de animales como alimento de los animales predadores.

A lo que voy. Noé es capaz de construir una nave en donde entran una pareja de casi todas las especies animales y su respectivo forraje, ¿Y es incapaz de solidarizarse y salvar de la muerte a humano alguno a excepción de la media docena de sus familiares? ¡Vaya un profeta zoófilo de los cojones! Condenando a su descendencia al incesto, al ayuntamiento carnal de hermano con hermana, a la cópula entre madre e hijo, al coito entre hija y padre o abuelo en edad fértil ¡Qué dislate! Y el obispo de Málaga tan sólo preocupado por las parejas hombre/perro y bebé/anciano de 70.

Vale que Yahvé estaba más que cabreado con las criaturas creadas a su imagen y semejanza decidiendo su aniquilamiento con la salvedad del sumiso Noé, y que oponerse a los caprichos de Dios a Prometeo le produjo molestos problemas hepáticos, pero siquiera un intento de salvar a sus iguales en vez de al ornitorrinco, copón. Es lo que tienen los emprendedores neoliberales, son unos hijos de puta.