EDITORIALA
EDITORIALA

Ucrania: la suerte no está echada, por ahora

La situación en el este de Ucrania está que arde. Hombres armados y con uniformes paramilitares ocupan edificios públicos mientras el autoproclamado gobierno central de Kiev habla de ultimátum y saca a pasear la amenaza de una intervención militar. Las tácticas empleadas no difieren mucho de las que se utilizaron en las protestas de la plaza Maidan que derrocaron al presidente electo Yanukovych. Y entre unos hechos y otros, junto a la posibilidad de una guerra real que no puede descartarse, se ha desatado una guerra de propaganda con cada bando reivindicando la verdad exclusiva, con unas audiencias abonadas y receptivas. Rusia considera que lo que está ocurriendo es resultado de un golpe de estado ilegal, orquestado por elementos de extrema derecha y que sirve a intereses de Occidente. Los medios occidentales, por su parte, hablan de una genuina revolución popular, de la anexión de Crimea y de la resurrección del imperio soviético, que amenaza ya a Moldavia y quizá incluso a los países bálticos.

Rusia necesita no parecer impresionada por las amenazas de la OTAN, aparentar que está preparada para todos los escenarios y que no dejará a su suerte a sus «compatriotas» de Ucrania. Occidente, por su parte, necesita dar una impresión de fuerza, mantener su propia credibilidad, convencer a sus socios de que nadie es vulnerable y mandar una señal al lejano Oriente para que nadie -China o Japón- pueda cambiar unilateralmente las fronteras. Para proyectar fuerza, ambos necesitan enemigos convincentes y, paradójicamente, actúan de la misma manera. Unos comparan a Putin con Hitler y otros dicen que en Maidan todos eran neonazis.

Parece claro que Rusia tiene su propio diseño de cara al futuro de Ucrania. ¿Puede Occidente prevenir que eso ocurra? Si los hechos consumados se imponen y la suerte está echada, ¿desean la guerra con Rusia? No está claro. Rusia y Ucrania comparten historia y porvenir, respiran el mismo aire y son almas hermanas, no enemigos. Sobran quienes apuestan por enfrentarlas, quienes amenazan con la ecuación de autonomía o guerra. Solo con el voto, con un referéndum con todas las opciones sobre la mesa puede mantenerse la esperanza y la respiración.