EDITORIALA
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Polo, otra señal de un régimen irregenerable

La dimisión de un cargo público por un asunto relacionado con actitudes privadas -en este caso el consumo de alcohol- es algo común y dado a moralinas o a ser medido con diferentes varas, según la cercanía política de las siglas a las que pertenece el afectado. Por tanto, conviene precisar antes de nada que lo grave del caso de Ignacio Polo no es, en sí, el suceso que ha precipitado su dimisión, sino los elementos que lo rodean, sus antecedentes y la trayectoria del concejal de UPN. Un cuadro que hace del incidente no una anécdota, sino una categoría; no un hecho de reproche ético, sino político.

En cuanto a los elementos que rodean la dimisión de Polo, rápidamente aceptada, no es difícil percibirla como un intento de cerrar el asunto cuanto antes. Pero hay detalles que el Ayuntamiento debe explicar. Por ejemplo, por qué el concejal estaba haciendo uso de un vehículo del Ayuntamiento si no consta que estuviera participando en ningún acto oficial. Por qué el jefe de la Policía Municipal, el ínclito Simón Santamaría (hoy imputado por siete delitos) y otros mandos acudieron rápidamente a comisaría a hacerse cargo del atestado en pleno domingo y puente vacacional. ¿Qué justificó tan alta intervención? ¿También es habitual que el incidente no fuera tramitado por la Policía Municipal como delito cuando las tres mediciones realizadas superaron la tasa de 0,60?

La ocasión es pintiparada, asimismo, para que el Ayuntamiento dé explicaciones sobre el historial de supuestos tratos de favor y connivencias entre ese concejal y el cuerpo que dirige Santamaría. Y sobre todo debería ser un momento idóneo para que el relevo al frente de Protección Ciudadana introduzca nuevos criterios como despolitización de la Policía Municipal, apuesta por la convivencia ciudadana y transparencia. Un modelo radicalmente distinto al de la imposición y el amiguismo, propio de regímenes incapaces de regenerarse -y esta ha sido la enésima señal de esa incapacidad- como el Barcinato, prolongado ahora en la figura gris de Maya, quien acaba supurando asuntos tan sucios como este.