EDITORIALA
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Espacios e instrumentos para vertebrar una comunidad

El dominio .EUS, símbolo e instrumento de la comunidad del euskara y de la cultura vasca en internet, sigue haciendo su camino hasta la plena homologación y desarrollo de nuestra comunidad en la red. Tras la admisión del dominio por parte de ICANN en junio del año pasado, los trabajos burocráticos y técnicos se han ido realizando de manera efectiva y profesional: se firmaron los contratos con el mencionado organismo internacional, se han realizado satisfactoriamente las pruebas técnicas y recientemente se ha puesto en marcha el sitio web www.domeinuak.eus, el lugar donde se puede encontrar toda la información sobre el proceso de implantación del dominio.

Así, poco a poco, se acerca el momento en el que ese trabajo dará paso a la socialización del dominio, a su utilización cotidiana y normalizada por parte de instituciones, organismos y personas, el verdadero objetivo de toda esta labor. El primero serán un grupo de pioneros que en junio lanzarán la nueva marca virtual de nuestra comunidad a la red, lo que le dará una nueva visibilidad y mayor prestigio. Será en diciembre cuando esta marca se abra definitivamente al público, a todos los internautas, a la ciudadanía en general. Una marca propia, compatible con otras muchas, pero distintiva, muestra de una identidad auténtica y de la voluntad de aportar algo al mundo. Para empezar, la pervivencia y el desarrollo de un tesoro único: el euskara y una cultura propia.

Por sus características, el dominio .EUS rompe con algunos de los dogmas que por uno y otro lado han condicionado el necesario debate sobre cómo vertebrar y hacer que crezca la comunidad del euskara y de la cultura vasca. Estos debates tienen relación directa con los asociados a la cuestión de la ciudadanía, uno de los temas clave de este momento.

Ciudadanos de segunda, todos

Durante muchas décadas la cuestión de la cultura vasca ha sido anatema para una parte importante de los representantes políticos vascos, especialmente de los partidos unionistas, que veían en ella la esencia del «enemigo» o, cuando menos, el caballo de Troya por el que entraba el nacionalismo vasco. Han desarrollado políticas de negación, de acoso, de minorización y segregación contra la lengua y sus hablantes, contra todo aquello que suene a «vasco». Lo siguen haciendo. Pero es cierto que hoy por hoy en nuestra sociedad esas posturas reaccionarias quedan fuera de lo «políticamente correcto». Los parlamentarios del PP participan en la Korrika, «El Correo» y Euskaltzaindia firman acuerdos... son gestos pequeños pero impensables hace pocos años. Lo cual no evita que esas políticas se sigan aplicando y sigan siendo un handicap importante para el desarrollo de la lengua y la cultura vascas. Nafarroa es, sin lugar a dudas, el caso más paradigmático.

Uno de los efectos más perversos de estas posturas políticas es que los unionistas han posicionado a sus votantes y a su base social de espaldas a la cultura de su pueblo, al menos a una parte importante de la misma. Han jugado a hacer ciudadanos de primera y de segunda, con un resultado cuando menos paradójico: en términos estructurales y cotidianos, quienes tienen el hecho cultural vasco como referencia son ciudadanos de segunda en gran parte de sus territorios, y en diversos ámbitos sociales, son habitualmente discriminados; sin embargo, también cabría considerar ciudadanos de segunda a aquellos que no tienen relación alguna con una parte importante de su acerbo, de sus expresiones culturales, de su lengua y, en consecuencia, con sus conciudadanos que viven en y con ella. ¿Quién debe ser considerado ciudadano de primera y de segunda, el marginado por su cultura o el que no tienen acceso, conocimiento, dominio de la misma? Claramente los dos, aunque sea en sentidos radicalmente distintos.

Los abertzales, por su parte, no han conseguido diseñar e implantar políticas efectivas para el desarrollo de esa comunidad. Por ejemplo, con puntos de partida bien diferentes y con un apoyo y unas políticas que se suponen diametralmente opuestas, los datos sobre el desarrollo del euskara y la cultura vasca en Nafarroa y en los otros tres territorios de Hego Euskal Herria no muestran semejantes diferencias. Esto dice tantas cosas del compromiso y buen hacer de los euskaltzales navarros como de las limitaciones de los administradores vascongados.

Políticas públicas con sentido de país

Las políticas puestas en marcha hace décadas deben ser evaluadas y redefinidas. Y deben ser repensadas en clave de una ciudadanía culturalmente avanzada, asociada a una comunidad enriquecida, vertebrada internamente y conectada al resto de comunidades del mundo. Las dos brechas que actualmente alimentan la desigualdad en el mundo son la económica y la cultural. No se corresponden -es decir, no solo los ricos, ni las personas ni los países, son culturalmente avanzados ni los pobres carecen de una cultura desarrollada-, pero la una está asociada a la otra. El desarrollo de una comunidad cultural dinámica y potente es una inversión de futuro y debe ser una apuesta de país.

Una de las grandes ventajas del dominio .EUS es que su impulso procede de la sociedad civil, apuesta por lo común, tiene difícil enmienda si no es desde postulados sectarios y se instala en un esquema de suma. En definitiva, es una aportación social desde parámetros creativos, profesionales, efectivos, inclusivos y proactivos. Ponto estará en manos de todos dotarla de contenido, aportarle prestigio, darle mayor funcionalidad, hacerla atractiva para nosotros y para el resto. Una apuesta apropiada para este momento histórico.